La crisis perjudica el buen juicio
El euro, la misma moneda que ha dado a España -o Grecia, o Portugal- una solidez financiera sin precedentes en la historia supone ahora una cortapisa, en la medida en que priva a la economía de dos de los principales instrumentos con los que combatir una recesión: la política monetaria y la divisa.
En paralelo, los mercados parecen estirar cada día más los diferenciales de deuda dentro de la zona euro, lo que ha colocado a la unión monetaria en la situación más tensa desde su creación por más ésta fuese sólo hace 10 años. La lógica de invertir contra el bono español, o el portugués o el italiano o el belga no es tanto la repentina protección frente a un eventual impago, sino más bien una especulación contra la unión monetaria, al igual que Soros apostó hace ya muchos años contra el Sistema Monetario Europeo, entonces con la libra como objeto del bombardeo.
Este tipo de movimientos sólo se entienden bajo la óptica del trading a corto plazo. Pensar que los mercados están en susano juicio es una hipótesis de alcance muy largo. Nadie en su sano juicio apostaría por la quiebra de España -o Italia- con una contraparte que bien podría tener ser nacionalizada en las próximas semanas, pero eso no quiere decir que este tipo de especulaciones no tengan cabida en el mercado de derivados de crédito.
Pero resulta aún más sorprendente el papel de quienes abordan como posibilidad el abandono del euro desde un punto de vista macro. Ignorando, con tal de hacer ruido, que conocidas repúblicas bananeras como Suecia (esto es ironía) tienen que subir tipos para no acabar como Islandia.
Es más verosímil que el Reino Unido entre en el euro a que España lo abandone. En el origen de la crisis de crédito actual está la desconfianza del mundo financiero; arruinar la solidez financiera de España en aras de una devaluación incontrolable es el planteamiento más insensato posible que se puede hacer hoy. nrodrigo@cincodias.es