Mercados irracionales y ahorradores solventes
Las citas con solera se han convertido, en un entorno económico de incertidumbre total, en el débil asidero de analistas, periodistas o simples observadores del mercado. John Maynard Keynes, prolífico redactor de sentencias, dijo en su día que los mercados pueden ser irracionales durante más tiempo del que uno puede permanecer solvente. Y es cierto; no son pocos quienes insistieron en la sobrevaloración de los activos inmobiliarios en España sólo para ver cómo cada año dicha sobrevaloración se agudizaba un peldaño más. La cita de Keynes dice lo mismo que los analistas técnicos: no se puede ir contra tendencia. Pero se puede convivir con la tendencia sin necesidad de subirse a ese tren sin raíles que es hoy el mundo financiero.
Hace seis o 12 meses, por ejemplo, la irracionalidad colectiva de los mercados hacía temer un colapso bancario a gran escala. Dicho riesgo se conjuró, pero la tensión financiera disparó tanto los tipos de interés interbancarios como los de depósito en la banca. Contratar en octubre una imposición a plazo fijo era, más allá del temor a una especie de corralito a la europea, una de las mejores alternativas para colocar el ahorro. Preservación de capital, rendimientos razonablemente altos y un riesgo de quiebra que, pese al mal recuerdo de Lehman, era al fin y al cabo el riesgo de un colapso. Si la banca fallaba, todo lo demás habría fallado ya.
Estos depósitos vencerán próximamente. Y no habrá opción de renovarlos. La búsqueda del cóctel entre rentabilidad y riesgo, que en octubre requería solamente algo de cabeza fría y una pizca de sentido común, se vuelve más exigente. Es una buena noticia; que el mercado se resista a dar dinero fácil es una señal de normalidad.
El ahorro conservador no rentará demasiado, y el arriesgado es demasiado arriesgado. Hay dos alternativas; estrujarse las meninges o esperar y ver. Ahí hay una fuerte división entre los analistas. La opción de invertir en deuda de empresa tiene todo el sentido del mundo, pero se trata de una fórmula de inversión un tanto alejada del ahorrador común, y fue Buffett quien dijo que nunca invierte en lo que no entiende. La Bolsa está a precios bajos, pero la irracionalidad que citó Keynes va en los dos sentidos, también funciona en épocas depresivas. Lo más razonable, dada la virulencia de la actual crisis, es tratar de no ser más listo que el resto. El primer duro es apetitoso, pero para ganarlo hay que arriesgar mucho.
Nuño Rodrigo. Redactor Jefe