La importancia de los amortiguadores
Los amortiguadores son una pieza clave para lograr un buen comportamiento dinámico, pero la mayoría de los conductores no les prestan la atención que debieran. Para facilitar el control de la dirección y favorecer un mínimo de comodidad, un coche tiene que apoyar sus ruedas sobre elementos elásticos y flexibles para que absorban las irregularidades del terreno sin que afecten a su trayectoria. Los neumáticos tienen su parte en esta misión, pero la mayor responsabilidad corre a cargo de la suspensión. Este sistema está formado por muelles y amortiguadores guiados por una serie de brazos tirantes. El amortiguador está formado por dos tubos, uno dentro de otro, completamente cerrados rellenos de aceite del que sobresale un vástago en uno de sus extremos. La parte final del vástago, dentro del cilindro, culmina con un pistón que presiona el mencionado aceite, obligando a éste a pasar de un compartimento a otro a través de unas válvulas.
El amortiguador trabaja a la inversa que el muelle, pues su misión es frenar a éste una vez que la rueda se ha desplazado verticalmente, para impedir una sucesión ininterrumpida de rebotes que impidan mantener la trayectoria. No existe un kilometraje concreto para cambiarlos, porque depende mucho de la carga con la que circule el coche o el tipo de terreno, pero en general no se deben superar los 80.000 km con el mismo juego.