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Previsiones 2009

Desapalancamiento acelerado, nuevos mínimos bursátiles y recuperación lenta

La crisis financiera ha generado tal grado de desconfianza entre sus agentes que buena parte de los mercados de activos financieros han desaparecido. Hay ingentes cantidades de liquidez, pero no se cruzan operaciones ante la dificultad de fijar precio y el temor a adquirir activos contaminados que pudieran no valer nada. Lo peligroso es que si la crisis se prolonga en exceso, cada vez más activos valdrán menos, y los motivos de la desconfianza se retroalimentarán. Mientras tanto, este año y los primeros meses de 2009 registrarán un severo desapalancamiento de las empresas, los bancos o los fondos de inversión.

Mínimos bursátiles

Dada la falta de transparencia para cuadrar precios en la gran mayoría de los mercados, la Bolsa, que se ha mantenido abierta con las excepciones de algunos países emergentes, se ha convertido, por proporcionar liquidez inmediata, en el mejor mecanismo para hacer caja y afrontar el desapalancamiento de los agentes financieros e industriales. Si sumamos la desconfianza añadida del caso Madoff, que puede generar una prisa desmesurada en los fondos de alto riesgo por deshacer posiciones ante temores de nuevas estafas, la Bolsa puede aliviar las cuentas con nuevos descensos de los precios de las empresas cotizadas. En los primeros meses de 2009 podrían registrarse mínimos cíclicos en los índices.

Adquisiciones

Concluido el desapalancamiento, la recomposición de los balances, las empresas con buena situación financiera entenderán que la crisis ha terminado y comenzarán a ampliar su negocio con adquisiciones. Pero nada volverá a ser igual: por mucho que hayan bajado los tipos los bancos centrales, la prima de riesgo que exigirá la banca a los proyectos empresariales subirá. Pero volverá el crédito, porque los bancos no viven de otra cosa.

Vigilancia

En paralelo, los líderes mundiales, además de llenar de inyecciones fiscales las economías, deben recomponer la normativa de control de los mercados financieros. Deberán permitir, a juzgar por el consenso de Washington, plena libertad para crear riqueza, pero vigilada para no crear monstruos.

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