La liquidez es lo único que vale
La excelente autobiografía de Stefan Zweig El Mundo de Antes es relativamente apropiada para los tiempos que corren, en la medida en que el escritor austriaco narra la vertiginosa y dramática transformación de Europa entre 1910 y 1940. Es el cambio, narrado en primera persona, de un mundo de orden inmutable, de un futuro predecible, apacible y un punto aburrido hacia una época de agitación sin precedentes en la historia.
'Pronto ya nadie sabía cuánto costaba algo', explica en su descripción de la hiperinflación austriaca de 1920, que con todo fue un juego de niños en comparación con la alemana de los años siguientes. 'Incluso un pez de colores o un telescopio viejo eran 'capital efectivo', y todo el mundo quería un valor real en vez de papel ... No había medida ni valor en aquel desbarajuste de dinero que se fundía y evaporaba'.
Hoy la palabra clave no es hiperinflación, sino deflación. La deflación en la economía real no ha sido aún avistada, pero la deflación en los precios de los activos es brutal y sangrante. Y su mecánica es, lógicamente, opuesta a la de la hiperinflación; si en esta última el dinero no vale nada, en el mercado financiero de hoy la liquidez es lo único que cuenta, y no es el valor de los billetes lo que se evapora, sino el de los activos en un proceso masivo y global de desapalancamiento. Sería comparable a lo que sucedería en el mercado de la vivienda si, hoy, los españoles estuviesen obligados a cancelar rehipotecar sus viviendas.
Los cálculos del mercado apuntan que, si las entidades financieras están endeudadas en 28 veces su capital; pasar a un endeudamiento de 24 veces supone reducir deuda en unos seis billones de dólares. Y eso sin contar los reembolsos en fondos, los problemas de los hedge funds, o de las empresas endeudadas que han actuado como tales. La Bolsa es de los pocos mercados líquidos donde vender. Hay muchos motivos para que caiga, pero el más capacitado para provocar aberraciones del precio es el desapalancamiento y las expectativas de deflación de activos. Y en estos contextos, el valor de las cosas -acciones incluidas- no se puede medir. Y tratar de ganar dinero comprando y vendiendo es, literalmente, un bingo.