Andalucía se abre a los tintos
Todavía poco conocidos, apuestan por las variedades foráneas.
Desde hace siglos Andalucía ha sido tierra de blancos. Los grandes vinos generosos de Jerez, los finos y manzanillas, amontillados, palo cortados, los dulces de Pedro Ximénez, los Montilla-Moriles cordobeses, son auténticas joyas enológicas. También se hacen blancos tranquilos, frescos y agradables de beber en Cádiz o Huelva, pero parece que le ha llegado la hora a los tintos. Todavía no son muchas las bodegas que los elaboran, aunque en Almería, Granada, Sevilla, Cádiz y, sobre todo, Málaga, un grupo de inquietos productores están apostando por ellos.
El primero que abrió brecha a inicios de los 90 fue el príncipe Alfonso de Hohenlohe, que sacó su Cortijo las Monjas en la serranía de Ronda. Después han ido llegando otros nombres, algunos tan conocidos como el del enólogo Ignacio de Miguel, asesor de numerosas bodegas en toda España, que también lo hace para la rondeña Pasos Largos -uno de los tintos andaluces más sobresalientes-.
O incluso elaboradores foráneos como el alemán Friedrich Schatz, que hace más de veinte años se instaló en Málaga para experimentar con variedades tan poco conocidas como la lemberger, traída directamente de su país.
Pero la mayoría de las bodegas productoras de tinto tienen una corta trayectoria, y se amparan bajo denominaciones dispares como Vinos de la Tierra o Vinos de Mesa. Vinos que se basan fundamentalmente en variedades foráneas (syrah, merlot, carbernet sauvignon, petit verdot) junto a uvas de tempranillo, garnacha o la recuperada tintilla de ronda. Las calidades son dispares, pero se encuentran cosas interesantes como el almeriense Este 2007 (5,5 euros), el Pago el Espino 2005, de Ronda (12 euros), el sevillano Fuente Reina 2005 (6 euros), el Señorío de Nevada Vendimia Selección 2005, de Granada (22 euros), el ya mencionado Pasos Largos 2005 (18 euros), o uno de los más conocidos, el gaditano Tabernet número 1 2006, que se cotiza nada menos que a 60 euros.