Un miniparque eólico para iluminar el rascacielos de Sacyr
Los tres pequeños aerogeneradores de la azotea sustentarán el alumbrado de emergencia.
Oficinas, 31 plantas para un hotel de lujo y un pequeño parque eólico en la azotea. Así será la torre Sacyr Vallehermoso, que está a punto de abrir sus puertas en Madrid como uno de los primeros rascacielos del mundo que aprovecha su talla para generar energía.
Los 239 metros (58 plantas) a los que se encuentra la cubierta están al nivel de pueblos serranos como San Lorenzo de El Escorial. A esa altura la fuerza del viento duplica a la que se percibe en la calle y será suficiente para que tres pequeños aerogeneradores, ya en marcha, generen 7,5 kilovatios (uno convencional ofrece hasta 3.000 kilovatios). 'Estos molinos aprovechan el régimen de vientos atmosféricos, que se encuentran a unos 150 metros', explica Juan Pous, director de Innovación de Sacyr Vallehermoso. Ahora, su tarea es comprobar la eficiencia de las turbinas tras una inversión de 1,36 millones.
La intención de los creadores nunca fue que el miniparque atendiera las necesidades totales del rascacielos, pero una vez plantado sobre la cubierta se le ha otorgado una misión: alimentar la iluminación de la fachada y soportar el alumbrado de emergencia en plantas críticas como las que albergan servidores informáticos o sistemas de seguridad.
La idea surgió en 2006, pero ha dado varias vueltas hasta que ha cristalizado. La primera tarea fue convencer a los arquitectos, la segunda encontrar los modelos adecuados para coronar el edificio, y la tercera recrear un sistema capaz de gestionar la energía generada.
La solución final dista enormemente de la imagen típica de un campo de molinos. Estos tres son de eje horizontal, 'como las hélices de dos helicópteros unidas por unas aspas', simplifica Pous. Importados de Holanda, su ventaja es que aprovechan vientos de distintas direcciones sin necesidad de ser reorientados. Otro punto a favor es que miden tres metros y no se ven desde la calle.
En cuanto al almacenamiento de la energía, los investigadores se apuntaron, sin éxito, a la electrólisis. Pretendían conducirla hasta un depósito de agua, separar el hidrógeno del oxígeno, reservar el primero en unas pilas y convertirlo en electricidad cuando fuera necesario: 'No hay proyectos semejantes a esa altura y, pese a que no entrañaba problemas de seguridad, no obtuvimos el permiso porque no hay legislación', cuenta Pous. Descartada esta solución se optó por unas baterías convencionales.
Junto al equipo de inventores de Sacyr han colaborado la Universidad Politécnica de Madrid, la Fundación Gómez Pardo, la Universidad y Fundación Alfonso X El Sabio y la firma de ingeniería Besel. Además, esta iniciativa cuenta con un crédito de Industria de 300.000 euros y una subvención del Imade de 120.000 euros.
Más allá de esta experiencia, el de los miniparques eólicos parece un negocio con futuro. Expertos en renovables aseguran que pueden competir en precios con las placas solares y, sólo en España, empresas como la cántabra Indesmedia EOL u organismos como el INTA trabajan sobre prototipos de aerogeneradores adaptables a edificios o jardines.
Los de la torre SyV fueron incluso a un consejo de presidencia de Sacyr, donde aspiran a montar hasta 11 molinos en la azotea. Al fin y al cabo, este uso ecológico otorga puntos en la clasificación energética del edificio.
Pese a ser uno de los ingenios más llamativos del área de I+D, no es el preferido de Pous. 'Nuestro reto es proteger al trabajador mejorando los niveles de seguridad', afirma. Un chaleco que se comunica con las máquinas a través de GSM es de los que cumple ese objetivo: evita atropellos accionando una alarma cuando, por ejemplo, se acerca una excavadora.
La estrategia de Sacyr en I+D contó con un presupuesto de 2,4 millones en 2004, cifra que se ha disparado. Hasta finales de 2007 la firma ha atraído ayudas que rozan los 40 millones para una inversión total de 83 millones.