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Aeronáutica

ITP negocia un ajuste de plantilla del 15% en su fábrica principal

El detonante son los retrasos del A-380 y el B-787.

Los retrasos que acumulan el superavión A-380 y el nuevo 787 Dreamliner, los programas estrella de los fabricantes aeronáuticos Airbus y Boeing, respectivamente, comienzan a pasar factura a la industria española. Como consecuencia de estas demoras, el grupo vasco Industria de Turbo Propulsores (ITP) comenzó a negociar ayer con los sindicatos un ajuste de plantilla del 15% en su fábrica principal que, previsiblemente, se extenderá a otras plantas.

En concreto, la empresa ha decidido revisar sus planes de trabajo para ajustarlos a las nuevas exigencias de Airbus y Boeing para 2009, que suponen, frente a lo previsto inicialmente, 180.000 horas menos de carga de trabajo en la actividad de fabricación de motores.

Por este motivo, los responsables de ITP consideran que tienen que prescindir de 125 de los 835 empleados que integran la plantilla del centro de Zamudio (Vizcaya). Los afectados serán trabajadores con actividades directas de producción. La compañía todavía tiene que evaluar si el ajuste se extiende a otras áreas, como administración o ingeniería.

Del mismo modo, deja abierta la puerta a recortes de personal en sus filiales PCB, la fundición que opera en Baracaldo, con 266 empleados, e ITA, planta de tuberías aeronáuticas de Zamudio, con 77 trabajadores.

La dirección de la compañía participada por Sener y Rolls-Royce pretende llegar a un consenso con los sindicatos sobre las medidas a tomar. En principio, la pérdida de carga de trabajo tendrá efectos durante 18 meses, hasta mediados de 2010. El ajuste de plantilla se podría materializar mediante un expediente de regulación de empleo temporal, el trasvase de trabajadores a otros centros, polivalencias o actuaciones similares.

En todo caso, ITP advirtió en una nota que, como consecuencia de la nueva planificación, la capacidad de financiación de la compañía puede quedar 'muy afectada negativamente' a corto plazo para afrontar las inversiones necesarias para el desarrollo de nuevos motores. El año pasado, las cuentas de la empresa ya se resintieron por los retrasos del A-380 y del 787 de Boeing, que provocaron un recorte del beneficio del 7%.

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