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Planes de pensiones
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Los partícipes reducen levemente su exposición a la renta variable

Una de las virtudes, o defectos, de los planes de pensiones es la que se deriva de la estabilidad de sus patrimonios. Haga tiempo bueno o malo, los partícipes están atrapados en un producto que no tiene escapatoria y que exige una fidelidad absoluta, lo que se justifica por su carácter finalista y por las consecuentes ventajas fiscales que el legislador le concede a los inversores de estos productos. En la crisis actual, y aunque el patrimonio de los planes de pensiones españoles del sistema individual no es de cuantía suficiente como para mover los mercados, los 80.000 millones de euros que gestionan estas entidades se ven sometidos a los vaivenes de los mercados, aunque con menor volatilidad que otros productos de inversión.

Son, en todo caso, un colchón de estabilidad que tiene casi garantizada su inmovilidad. Sólo los traspasos que permite la legislación entre fondos de diversos tipos (se puede, por ejemplo, sacar dinero de un plan bursátil para llevarlo a otro de perfil defensivo, sin coste fiscal) deja margen para movimientos del ahorro. Pero en la práctica el inversor es bastante conservador y sólo entre un 15% y un 20% del patrimonio de los planes se mueve al cabo del año, aunque algunos de estos movimientos no tienen su explicación por decisiones relacionadas con la situación comparativa de los mercados sino por las condiciones más atractivas que en un momento dado puede ofrecer el cambio de gestora.

La estabilidad del dinero en los planes se hace extensible a esta posibilidad de traspaso entre fondos y llama la atención el escaso uso que los partícipes hacen de esta ventaja, que les permitiría salir del infierno de la renta variable para refugiarse, aunque fuera de forma temporal, en el purgatorio de la renta fija. En los nueve primeros meses del año, la sensibilidad de los inversores sólo se ha notado en una reducción de sus aportaciones netas a planes de renta variable, que descendieron un 35%, mientras las aportaciones a renta fija a corto aumentaron un 23%.

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