Sarkozy pide crear fondos soberanos en la UE para defender las empresas
Nicolas Sarkozy, en su calidad de presidente semestral de la UE, pidió ayer la creación de fondos soberanos nacionales para impedir que el capital extracomunitario se haga con el control de las principales empresas europeas. El presidente francés defendió también ayudas para la industria, similares a las del sector financiero.
Sarkozy no tiene dudas. 'Después de esta crisis, Europa será diferente. Afortunadamente'. Tajante y convencido de que ha llegado la hora de sus teorías, el presidente francés defendió ayer en el Parlamento Europeo de Estrasburgo, sin apenas oposición, iniciativas hasta hace poco consideradas escandalosas como la creación de fondos soberanos en la UE, la concesión de subsidios o el regreso a una política industrial casi abandonada.
'Europa necesita una industria fuerte', señaló Sarkozy ante unos eurodiputados que, en su gran mayoría, y con independencia de su filiación política, parecían seducidos por la oratoria del líder francés. Sarkozy recordó que EE UU no ha dudado en ayudar a su industria automovilística con unos préstamos 'en condiciones imbatibles'. Y pidió que, Europa no sólo actúe de manera similar, sino que además cree fondos soberanos para controlar las empresas claves de la industria europea.
'La Bolsa está muy baja', señaló Sarkozy. 'Y no quiero que los europeos se despierten un día y vean que sus principales empresas están controladas por capital de terceros países'. Para evitar ese panorama, a su juicio insoportable, Sarkozy propone que 'cada país de la UE cree un fondo soberano y se coordinen entre sí para responder a la crisis industrial'.
El presidente rechaza que el capital extranjero controle empresas de la UE
Michael Glos, ministro alemán de Economía, señaló de inmediato en Berlín que 'la propuesta francesa de proteger a la industria europea con fondos estatales (...) es contraria a los fundamentos de nuestra economía'.
El objetivo de esos fondos, según Sarkozy, sería comprar activos estratégicos y venderlos cuando se haya superado la crisis. Y puso como ejemplo la operación de rescate del conglomerado industrial Alstom que él diseñó como ministro de Economía en 2004. Aquella ayuda de Estado provocó un largo enfrentamiento de Sarkozy con el entonces comisario europeo de Competencia, Mario Monti.
Pero los tiempos parecen haber cambiado. Ayer, un desbordado José Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, se resignaba en Estrasburgo a calificar de 'interesantes' algunas de las ideas del francés.
Y aseguraba que Bruselas 'acepta que se ayude a las empresas siempre que se haga de forma no discriminatoria y sin quebrar el mercado interior'.
El líder de los socialistas europeos, Martin Schulz, apreció un remarcable giro en el discurso de ambos presidentes. Sarkozy, según Schulz, habla ahora 'como un socialista europeo a la vieja usanza'. En Barroso escuchó 'ecos de su pasado maoísta'.
Pero el presidente francés se negó a describir sus iniciativas como 'defensivas' o contrarias a la economía de mercado. Y prefirió presentarlas como la imprescindible respuesta de Europa al deterioro económico. '¿Qué dirían los europeos si después de demostrar nuestra unidad frente a la crisis financiera enfrentamos desunidos la crisis económica?', se preguntó.
Revisionismo
El huracán galo arrasó también con lo que considera como interpretación dogmática de las normas de competencia europeas. 'La competencia no es un fin en sí mismo. Lo pensaba antes de la crisis y lo pienso ahora'. Y advirtió que se batirá 'para que esa idea se incorpore a la nueva política económica europea'. Porque para Sarkozy, la crisis, entre otras cosas, 'es una oportunidad para reconstruir Europa de forma más eficaz'.
España no tiene hueco en las cumbres del francés
Nicolas Sarkozy confirmó ayer en Estrasburgo su intención de que en la primera cumbre internacional para redefinir el sistema financiero internacional sólo se sienten los miembros del G-8 (EE UU, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá y Rusia) y cinco países emergentes (China, India, Brasil, México y Sudáfrica). El diseño deja fuera a España, octava potencia industria del planeta, la cuarta economía de la zona Euro y quinta de la UE. 'Yo no diseñé la configuración del G-8', se excusó Sarkozy. Y apuntó que si se abriera la puerta a España, un país como Polonia, con 39 millones de habitantes, también podría sentirse discriminado.No obstante, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tras una conversación telefónica con el dignatario francés, aseguró que Sarkozy se mostró 'sensible' a la exigencia española de asistir a la cumbre. Zapatero esgrimió 'razones objetivas' para esa demanda como la fortaleza del sistema bancario español.