Lois, el fin de un icono de la modernidad
Sáez Merino liquida la empresa tras una larga agonía.
Johan Cruyff triunfaba en el Barcelona con su espigada figura y su larga melena. Rod Stewart, con unos pantalones muy ajustados, preguntaba a sus fans si pensaban que era sexy. Björn Borg se recogía las greñas con una cinta para mandar en las siempre tradicionales pistas de tenis. El mundo estaba cambiando y en España estos cambios se notaban más, tras años de gris dictadura. El desarrollismo llegaba y con él las ansias de ser diferente, de ser moderno, se asentó entre los jóvenes. Los modelos que llegaban del exterior chocaban con los puritanos flequillos y los pantalones de tergal.
La larga autarquía creó un fenómeno particular en España. Las grandes marcas internacionales no tenían cabida y los industriales españoles copiaron lo que triunfaba fuera. Así surgieron marcas que se iban a convertir en objeto de deseo de la incipiente sociedad de consumo. Lois fue una de ellas. Durante años fue la referencia de los pantalones vaqueros en España, un símbolo de modernidad y de poder adquisitivo. La empresa creada en 1962 por los hermanos Manuel y Joaquín Sáez Merino contrataba a grandes figuras de la época, como los tres antes mencionados, para que protagonizaran sus campañas y el toro que aparecía en su logotipo -una adaptación de una obra de Josep Renau- se convirtió en un icono de la modernidad que traspasó fronteras.
Ayer, tras cuatro años de agonía, la empresa Sáez Merino presentó ante el juzgado de lo Mercantil número 2 de Valencia la solicitud de liquidación de la compañía. La imposibilidad de hacer frente al convenio de acreedores, aprobado el año pasado tras la suspensión de pagos de 2006, ha desembocado en el cierre definitivo de la compañía. De nada sirvió la quita del 30% y el aplazamiento a cinco años del pago de los 65,8 millones de deuda que declaró la empresa entonces. Tampoco los distintos expedientes de regulación de empleo que supusieron la salida de más de mil empleados y el cierre de casi todos sus centros de producción, con la venta de los inmuebles, y el traslado de la fabricación a África.
La decisión de Sáez Merino no sorprendió a los trabajadores. Un portavoz de UGT apuntó que la situación se veía venir, si bien no esperaban que fuera tan pronto. 'Teníamos pedidos por un volumen similar al del año pasado, pero la dificultad de acceder a nuevos créditos parece que ha acabado por estrangular a la empresa', dijo este portavoz. El martes los sindicatos pedirán explicaciones detalladas a la dirección en una reunión que lleva ya tiempo convocada.
La liquidación de Sáez Merino supondrá el cierre de las dos planta que tiene, en Benaguasil (Valencia) y Daimiel (Ciudad Real), y el despido de los 350 trabajadores. Entre los activos deben estar las cuatro marcas de la empresa, Lois, Cimarrón, Caroche y Caster. La continuidad en el mercado de estas enseñas dependerá de quién se las quede.