Bodega para los sentidos y placer para el paladar
Ha sido una idea largamente perseguida, y hace unos meses lograron ponerla en marcha. Los hermanos Roca -Joan, Josep, Jordi-, las tres cabezas de ese restaurante imprescindible que es El Celler de Can Roca decidieron hace tiempo que debían trasladarse a otro local, conseguir el espacio que necesitaban para mostrar su cocina y su bodega.
Como ellos mismos dicen, otros se compran un velero, pero ellos invirtieron en su nuevo restaurante, cercano al viejo Celler. Un lugar que les hace justicia. Y donde se expresan a sus anchas. Empezando por la bodega, que Josep, su artífice, denomina 'sensorial'. Cinco espacios con cinco vinos, cinco tactos y sus correspondientes juegos de sonidos e imágenes: champán, representado por una cubitera de plata con minúsculas bolas de acero, las burbujas; los blancos de riesling alemanes, que se pueden 'palpar' gracias a una tela de seda; los tintos de pinot noir de Borgoña, con pequeños saquitos de terciopelo rellenos de tierra, el terroir, y dos capillas para vinos españoles: el priorato, olivo, pizarra, y Jerez, albariza y esparto. Un viaje a la memoria, al paisaje, al sentir de los vinos preferidos por el sumiller de Can Roca que pretende ser 'un discurso de aproximación al vino, con un planteamiento entendible a todo el mundo', comenta Josep.
Es un valor añadido para la gente que visita el restaurante, una forma de compartir una pasión, y que a la vez permita 'que los clientes se den cuenta de cómo es la persona que lleva la bodega, una forma de mostrarse y decir cosas', señala.
Y si la bodega, que atesora más de 1.500 referencias, constituye un lujo inusual, la cocina alcanza las máximas cotas de expresión. La madurez del discurso culinario de Joan Roca está fuera de toda duda. Muchas sensaciones sobrevuelan a la hora de describir sus platos: ligereza, sensibilidad, delicadeza, armonía adjetivos que remiten a una cocina compleja, conceptual, de enorme técnica, decididamente vanguardista, pero a la vez evocadora de la tradición. Sólo así se puede entender la convivencia de unas ostras al Chablis, una creación complejísima que representa los aromas del vino francés a través de los ingredientes, sólo apta para iniciados, con una oca a la royal de 30 horas de cocción, absolutamente perfecta. Todo el menú es un festival, una experiencia gastronómica de principio a fin.
Árboles, madera y luz
Las interioristas Isabel López y Sandra Tarruella han sido las encargadas de dar forma a este nuevo Celler. Y si la cocina y la bodega son un lujo, no lo es menos el espacio, claro, limpio, que juega con la madera, la luz y la pureza de líneas. Manifiestamente moderno, pero cálido y elegante, el protagonismo recae en un patio interior acristalado lleno de árboles, que constituyen la única escenografía para el comensal. Todas las mesas miran hacia él, un escenario natural y tranquilizador, bello, que envuelve e invita a disfrutar. Si algo les faltaba a los Roca, era, precisamente, un local acorde con el altísimo nivel de su propuesta vinícola y gastronómica, de las mejores de Europa. Hoy ya lo tienen. Y merecen la tercera estrella Michelin. El Celler de Can Roca. Can Sunier, 48. Gerona. Tel.: 972 222 157). Menú degustación largo, doce platos con maridaje de vinos, 150 euros.