La financiación deja en el aire el 'sí' catalán a los Presupuestos de 2009
El punto muerto de las negociaciones entre el Gobierno y la Generalitat para pactar una nueva financiación autonómica que colme las expectativas del tripartito ha servido para lograr una inusual unidad de acción entre el Gobierno catalán y CiU. De hecho, Joan Saura, consejero de Interior y presidente de ICV, señaló ayer que 'en 15 ó 20 días' habría una propuesta conjunta sobre financiación.
El partido que lidera Artur Mas, artífice del primer acuerdo sobre el Estatuto con José Luis Rodríguez Zapatero, ha apostado por hacer un frente común que podría dejar contra las cuerdas al ministro de Economía en su búsqueda de apoyos para dar luz verde a los próximos presupuestos generales del Estado.
El descontento entre la clase política catalana es palpable una vez incumplido el plazo, que fijaba el 9 de agosto, como fecha para rubricar un acuerdo en financiación. Pese a que en el PSOE se da por hecho que los socialistas catalanes respaldarán las cuentas públicas, el PSC, no obstante, opta por la ambigüedad y ha preferido no pronunciarse . Su socio de Gobierno, ERC, sí que ha manifestado abiertamente su intención de no apoyar los presupuestos de 2009, 'si persiste el bloqueo del Estatuto' y no se logra un acuerdo sobre financiación satisfactorio, una visión que también comparte CiU.
Por su parte, ICV, que también amenazó al Ejecutivo con bloquear la financiación, ha moderado su postura inicial. Su líder, Joan Herrera, había pedido la comparecencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en la Cámara Baja para explicar las negociaciones del nuevo sistema de financiación. Herrera arrancó a la vicepresidenta del Gobierno la promesa de sellar un acuerdo en tres meses a cambio de que Zapatero no acudiera al Congreso.
Sí lo hizo Solbes, aunque se reiteró en su oferta inicial a las comunidades autónomas: el aumento de la recaudación del IRPF del 33% actual al 50%, del 35% al 50% en IVA y del 40% al 58% en impuestos especiales. La insatisfacción entre los partidos catalanes queda patente y exigen una contrapropuesta.