Buenos Aires
Buenos Aires, 'el lado de acá' de la 'Rayuela' de Julio Cortázar, exuda literatura. En cada uno de sus cien barrios, hospederías de emigrantes durante siglos, la vida late impresa.
A Horacio Oliveira, el lúcido contrapunto de La Maga en Rayuela, la novela de Julio Cortázar, 'París le era Buenos Aires y Buenos Aires '. Buenos Aires no le era tanto París. Mal que le pese a su espíritu europeo, esta ciudad jamás pudo evitar formar parte de Latinoamérica. La sudamericana mira al Viejo Continente desde las atalayas de sus majestuosos edificios y elevadísimos rascacielos, asomada a su inoperante red de ferrocarril británica, regodeándose en un acento entre gallego y napolitano y en su carácter petulante, algo crecido. 'Che, yyyyy', le espetará el local al justificarse, alargando la frase hasta un 'Mirá ¿de dónde venimos?'.
Los porteños descienden de los barcos. De los miles de buques que desde finales del siglo XIX atracaban en Puerto Madero para escupir y desparramar por las tierras de este extenso país a millones de inmigrantes rusos, polacos, judíos, tanos (italianos) y gallegos. Muchos gallegos. En Buenos Aires aún residen alrededor de 300.000 españoles, hijos del exilio y del hambre del pasado siglo, que encontraron en el país sudamericano un futuro que a muchos de ellos arrebató la macro crisis de fines de 2001.
Y es que 'Buenos Aires te mata o te cura', advierte el local al extranjero con un mate prolongado en la mano. Los porteños son el máximo exponente de lo social cuando sorben esta bebida de origen guaraní y gusto amargo que se toma en una pequeña calabaza. El mate se bebe en compañía. Hacerlo sólo es como ponerle azúcar, restarle entidad.
Lo mismo que reducir esta ciudad al tango. Buenos Aires es una gran biblioteca al aire libre que no cierra nunca. Si hay algo que fascina en esta urbe, de cerca de cien barrios, es su vida nocturna. Las puertas de los cafés tertulia desconocen de horarios y los fogones de sus cocinas mantienen el carbón caliente hasta el amanecer. Uno puede comerse un bife de chorizo o un asado criollo a cualquier hora de la noche. Darse un homenaje gastronómico de esa altura cuesta lo que se esté dispuesto a pagar. La variedad de precios en esta ciudad, ya de por sí económica por el tipo de cambio de un euro a cinco pesos, resulta infinita. Por unos 25 céntimos de euro se puede degustar alguna minuta (empanadas, panchos, choripanes, entre otros bocados) y reponer fuerzas en un alto.
Quizá sea éste uno de los pocos puntos del mundo en que es posible comer mientras se rebusca, se pepenea, en los locales de viejo. Las librerías porteñas cumplen esa función social de aglutinar en torno a la cultura. En ellas, se come, se bebe, se escucha música. Están dirigidas por hombres y mujeres apasionados por su trabajo. No encontrarán en Buenos Aires un librero que desconozca qué fue de la primera edición de...
Primera parada: el Ateneo Grand Splendid (avenida Santa Fe, 1.860), la segunda más bella librería del mundo según The Guardian. De ahí, camino al Broadway argentino, la calle Corrientes, con su sucesión de teatros, su cartelería y sus luces de neón que tanto recuerdan a la Gran Vía madrileña. La avenida porteña sobresale como una de las mayores concentraciones de librerías de viejo del mundo. Los locales, que se cuentan por decenas, amontonan libros a precio de saldo: primeras colecciones, ediciones de la Sudamericana, la editorial que alumbró Cien años de soledad (Buenos Aires, 1967). No es menor que Umberto Eco abra El nombre de la rosa con el descubrimiento de un manuscrito en esta calle. A pocas cuadras (manzanas), la avenida de Mayo acoge una de las más antiguas y emblemáticas librerías porteñas. La Feria de Libros es un negocio familiar atendido por los Flikenstein. Aquí se filmó Roma, de Adolfo Aristarain. El personaje de Juan Diego Botto acudía a ella a escuchar jazz y consumar amores entre las cajas de su sótano.
En la misma acera, el Café Tortoni (avenida de Mayo, 825), lugar de reunión de los intelectuales que pasaron por estas tierras, hoy atestado de turistas. La avenida de Mayo, salpicada de bares míticos como Los 36 Billares, desemboca en la plaza del mismo nombre, presidida por la Casa Rosada, sede del Gobierno de la Nación. Cada jueves, a las tres de la tarde, madres y abuelas de Plaza de Mayo marchan allí en memoria de sus familiares desaparecidos.
El espíritu infantil de esta ciudad, secuestrado durante la última dictadura militar (1976-1983), revive en la niña más corrosiva y perspicaz de las tiras animadas. Mafalda tiene plaza y portal. Este personaje, de inquietudes y desvelos humanísticos, se sentó horas a escrutar la vida en el rellano del 371 de la calle Chile. Ahí vivía el personaje de Quino.
Las obras de Joaquín Salvador Lavado, Quino, son fácilmente localizables en las tiendas de cómics de Palermo. En el barrio más alternativo de Buenos Aires, su Soho, funciona hasta la madrugada Crack Up, librería y editorial en Costa Rica 4767. A dos manzanas, emerge la calle Jorge Luis Borges, columna vertebral de este enclave de calles empedradas que los colectivos (autobuses) recorren dando tumbos al ritmo de un 3x4 de Astor Piazzola.
Buenos Aires es todo eso y mucho más. La Boca, San Telmo, Maradona, los alfajores de maizena, Recoleta, Eva, Perón, el río de la Plata, su Costanera...
Guía práctica
Cómo irLos meses de agosto, pese al invierno austral, y diciembre son los más caros por considerarse temporada alta. Aerolíneas Argentinas e Iberia tienen vuelos directos y diarios desde Madrid al aeropuerto internacional de Ezeiza. Los precios para finales de agosto rondan los 1.000 euros, i/v.DormirLa oferta hotelera en Buenos Aires es muy extensa y cubre toda la ciudad. Existe la posibilidad de contratar un apartamento de los calificados como 'temporarios' por días, semanas o meses. Más datos en: www.argentina-rent.com.ar y www.enjoyingba.com.Matear y comerCompartir un mate en la calle o pedirlo en un bar especializado (Mate Bar) es uno de los mayores disfrutes sociales que puede depararle esta ciudad. No se pierda la fina bollería argentina, compuesta de facturas (mini pastelitos), alfajores y pastas de té. Su cocina es mundialmente conocida por la calidad y el consumo de carne vacuna. Lo habitual es prepararla a la parrilla, de ahí su denominación de parrillada o asado. Existe también una gran variedad de comidas típicas y otras influencias de inmigrantes, como las pastas o la pizza a la napolitana. Los espectáculos con cena permiten disfrutar del tango en locales emblemáticos como El Viejo Almacén (Independencia, 299) o Michelangelo (Balcarce, 433). Empanadas, las mejores en una peña folclórica (La Peña del Colorado en Güemes, 3657).CulturaEl Colón, dueño de una acústica indescriptible, es uno de los teatros de ópera más grandes y bellos del mundo. Su oferta no se limita a lo clásico, sino que acoge recitales de tango, cuartetos y folclore. La cantidad de teatros y locales de música en directo no decreció con la crisis de 2001. Ese fue justo el momento en que surgieron los teatros timbre, viviendas unifamiliares donde se celebran representaciones más económicas (de ocho a 12 pesos). El tique de los cines varía según el barrio en el que se ubique la sala. La misma película tiene precios entre los cuatro pesos (0,80 euros) del centro y los 14 (2,9 euros) de los barrios de Recoleta, Belgrano o Palermo.NocheLa Plaza Cortázar, en Palermo Soho, exhibe un ambiente similar a La Latina en Madrid. Las mejores discotecas están localizadas en Puerto Madero.