La ciudad que nunca para
São Paulo, la ciudad más rica y poblada de Brasil y una de las siete mayores del planeta, brilla sobre todo por su dinamismo social y cultural
La sensación que uno tiene al encontrarse en São Paulo es la de haber caído en una turbina, o algo parecido. Todo parece frenético. Empezando por el paisaje. Ante la vista se extiende una mancha de rascacielos que parece no tener fin. Es la tercera ciudad del mundo en lo que respecta a los grandes edificios que posee. Este tipo de superlativos es la salsa misma de São Paulo: también es la tercera ciudad con más multimillonarios del mundo, la que más helicópteros tiene (más que Nueva York), la primera Bolsa de Valores de Latinoamérica y tercera del mundo, etc.
Ante tal vorágine, conviene poner un poco las cosas en su sitio. Es cierto que el área metropolitana -lo que llaman Complejo Metropolitano Extenso- agrupa a 20,6 millones de personas, lo que la convierte en la séptima metrópoli del mundo (tan sólo superada por Tokio, Seúl, México, Nueva York, Bombay y Delhi, por ese orden). Pedro el centro propiamente dicho apenas supera los diez millones de habitantes. Eso nos da pistas sobre la realidad paulista: en ese centro se acumulan el dinero, la cultura, los superlativos; el resto de la ciudad está compuesta por barrios periféricos que carecen a veces de mínimas estructuras. La desigualdad es tan patente como amenazante. Alguien ha hablado por ello del espejismo del brillo de São Paulo.
Al viajero, o al turista -São Paulo acoge más a un flujo de negocios que a un turismo de ocio- le interesa sobre todo ese cogollo urbano. Que a pesar de todo continúa siendo desaforado y tremendo en cifras: seis millones de coches en sus calles, avenidas kilométricas, tres ríos... Hay que decir, sin embargo, que el centro de São Paulo no es tan delimitado y visible como en otras ciudades. En esta gran urbe se tiene siempre la sensación de estar en una ciudad muy moderna. Los edificios de época colonial (que los hay), así como los del periodo imperial o de la Antigua República, se hallan tan perdidos en la vorágine de cristal y el hormigón como lo está el propio turista cuando llega a la ciudad.
Ocurre, por ejemplo, con el llamado Patio del Colegio. Aunque no lo parezca (y no lo parece), allí tuvo lugar la fundación de la ciudad, un 25 de enero de 1554, festividad de la Conversión de San Pablo. Un grupo de jesuitas, liderado por el canario José de Anchieta, levantó allí una escuela rústica de madera. Durante un par de siglos, fue un poblacho pobre y chico. Sin embargo, cuando a principios del XVIII se descubrió oro en la región de Minas Gerais, São Paulo adquirió el rango de ciudad; pero al finalizar ese siglo se extinguió también el oro. Enseguida empezó el ciclo del azúcar, al que luego siguió la producción de café. A dar salida a esos productos contribuyó la construcción del ferrocarril, que unió la ciudad con el puerto de Santos. Era una ciudad provinciana todavía, pero fue en ella donde el futuro emperador Pedro I, con su grito de '¡Independencia o muerte!', rompió amarras con Portugal.
Tras la segunda Guerra Mundial, São Paulo pasó a ser no sólo un centro industrial, sino sobre todo comercial. A ello contribuyeron también las sucesivas oleadas de inmigrantes; algo que va a darle una de sus más singulares características: una enorme diversidad. Llegaron sobre todo italianos, que tienen su propio barrio de Bixiga, bohemio, lleno de teatros y trattorías (en São Paulo se confecciona cada día un millón de pizzas, sólo la ciudad de Nueva York supera ese récord), los japoneses también cuentan en esta ciudad con un barrio propio en Liberdade (la mayor colonia japonesa fuera de Japón); quedan, naturalmente, muchos portugueses, y también algunos españoles.
Al turista no le resulta muy visible el centro (el Triángulo Histórico), pero sí las contundentes medidas de seguridad que hay en las calles. Verá tantos policías como ociosos en los jardines que rodean a la catedral neogótica (con el mayor órgano de todo el continente americano). Entre las cosas que no debe omitir están el monasterio e iglesia de Nuestra Señora de la Luz, del S. XVIII (edificio que aloja el Museu de Arte Sacra), el monasterio de São Bento, la Casa de Misericordia; y numerosos edificios del XIX de un vago eclecticismo, entre ellos el Teatro Municipal de Ramón de Azevedo, y otros del siglo XX, como los firmados por Oscar Niemeyer, arquitecto de importante relevancia internacional.
Con todo, la atracción de São Paulo se debe, más que a sus edificios, a su energía cultural. De nuevo las cifras se vuelven mareantes: unos 300 cines, 120 teatros, 71 museos, 70 bibliotecas, 40 centros culturales... La Bienal de São Paulo atrae desde 1951 a los artistas de vanguardia, y el MASP (museo de arte moderno) tiene más picassos, van goghs o renoirs que vigilantes (a tenor de los robos recientes). Y no sólo arte: la ciudad marca tendencias a través de la São Paulo Fashion Week, congrega a los amantes del deporte en siete estadios, y a los de Fórmula 1 en el circuito de Interlagos (Ayrton Senna, por cierto, nació aquí). Todo lo que sucede en Brasil, sucede primero en São Paulo, dicen orgullosos sus habitantes. Y es verdad que Sampa (como la llama cariñosamente Caetano Veloso en sus canciones) parece que no puede estarse quieta: ya saben, 'a cidade que nao pode parar'.
Esta inmensa urbe está habitada por más de 20 millones de personas
La compañía brasileña Varig (915 140 870) tiene un vuelo diario desde Madrid a São Paulo a partir de 730 euros más tasas. Iberia (902 400 500) ofrece vuelos diarios de Madrid a São Paulo a partir de 807 euros tasas incluidas, posibilidad de ofertas en www.iberia.com.
l El Fasano Hotel***** (rua Vitório Fassano, 88, +55 11 3896 4000, www.fasano.com.br), abierto en 2003, sigue siendo para muchos el mejor hotel de la ciudad, con un restaurante especialmente reputado entre los gastrónomos locales; precio medio: 334 euros.¦euro;
l El Hilton Morumbi São Pulo**** (Av. das Naçoes Unidas 12901, +55 11 6845 0000, www.hilton.com) es un excelente hotel para gente de negocios; precio medio: 310.
l Gran Meliá Mofarrej***** (Alameda Santos, 1437, tel. +55 11 3253 5544) en el centro del distrito financiero, junto al parque Trianon y muchos teatros y museos; centro de negocios y salas de reuniones, además de spa, gimnasio, sauna, etc., a partir de 145 dólares la habitación doble.
l Gran Meliá World Trade Center São Paulo***** (Avda das Naçoes Unidas, 12559, tel. 55 11 3055 8000), con especiales facilidades en su business center para reuniones, convenciones, etc.; desde 135 dólares la habitación doble.
Gracias a los grupos étnicos que formaron su población, São Paulo puede ofrecer medio centenar de cocinas de todo el mundo en sus ¡más de 38.000 restaurantes y bares! (los paulistas presumen de ser la capital mundial de la gastronomía). La pizza es el plato más popular, pero las carnes asadas al estilo gaucho no tienen parangón; se van cortando y sirviendo de un espeto portátil, y sólo dejarán de poner carne en el plato o tabla cuando el comensal lo de la vuelta o ponga encima la servilleta.
Sitios recomendables: A Mineira (Al. Joaquim Eugenio de Lima, 697, tel. 55 11 3283 2349), se puede probar cocina brasileña en un bufé de calidad. Terraço Italia Restaurante (Avda. Ipiranga, 344, piso 41, tel. 55 11 257 6566) impresionantes vistas de la ciudad a 160 metros de altura. Dona Lucinha (Avda. Chibarás, 399, tel. 55 11 5051 2050) cocina de la región de Minas Gerais. América (Al. Santos, 957 Jardim Paulista-Zona Sul, 3283 4424), un lugar tradicional próximo a la Avenida Paulista, buen bufé a la hora del almuerzo. Estación Sur (Al. Joaquim Eugênio de Lima, 1396, Jardim Paulista, 3885 0133), especializado en cocina argentina. Via Piave (Rua Alexandre Dumas, 1598, 1151 813142), excelente cocina brasileña. Más información: www.cidadedesaopaulo.com.