Negación, depresión, aceptación, ira
Negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Son las cinco fases por la que, según el modelo redactado en 1969 por la doctora Elisabeth Kübler-Ross, pasan los pacientes a quienes se les ha diagnosticado una enfermedad terminal, aplicables a cualquier catástrofe personal. No todas las personas tienen por qué sufrirlas ni tienen que llegar en este orden. Ya se sabe, la economía es una ciencia bastante poco científica porque depende de las insondables mentes y las emociones humanas.
Precisamente por este carácter subjetivo de la economía no es muy difícil encontrar los síntomas de Kübler-Ross en la economía española, que ha visto confirmado que todo llega antes o después, que la economía tiene ciclos y que los pisos, a veces, bajan de precio. Y se puede hablar de diagnóstico porque, en realidad, la crisis ha llegado a gran velocidad.
En la crisis de Martinsa Fadesa, como en casi todas las crisis empresariales, se ha pasado por la negación, cuando se apuntó desde esta compañía que los pisos en España no bajarían; se ha visitado la ira en las diatribas -atribuidas a fuentes anónimas- contra el Gobierno por los 150 millones más famosos de este año, y obviamente hubo algo de negociación. Ahora estamos en la depresión, no sólo esta empresa o este sector; depresión es lo que se enseña hoy en los medios de comunicación o en las declaraciones institucionales.
Toca cuanto antes pasar a la siguiente fase: aceptación. Para quienes esperaban el pinchazo del ladrillo desde 2004 la aceptación es más sencilla. Para quienes se subieron a esta ruleta de la fortuna, menos. Ojalá que Martinsa sirva para acelerar la depresión y llegar antes a la aceptación, pues no se puede superar aquello cuya simple existencia se niega. Es, quizá, una de las pocas lecturas positivas que se pueda sacar de una semana nefasta para las finanzas españolas: Si Martinsa estuviese en pie -vía ICO- todavía estaríamos en la negación, o en la ira, o en la negociación.