La retórica del avestruz
Con la llegada de la época de las vacas flacas para la economía española -momento en el que nos encontramos en estos momentos- es legítimo que cada cual intente protegerse de la mejor manera posible de los efectos de este cambio de coyuntura.
Pero estos ajustes se producen mejor y más rápidamente si se dispone de toda la información precisa para hacer frente a esta situación de desaceleración.
Es sorprendente, sin embargo, que el reconocimiento oficial de este deterioro de las magnitudes económicas se haya producido de manera repentina y, casualmente, después de mediados del mes de marzo, tras la celebración de las elecciones generales.
Hasta entonces ha habido un silencio administrativo en torno a la situación económica real, a pesar de que había evidencias desde el año 2007 de que iba a producirse un empeoramiento de la coyuntura financiera a nivel mundial.
Hemos asistido a repuntes en la inflación, agravamiento del déficit de la balanza comercial, una subida progresiva del euríbor, la caída de los mercados de valores o la persistente crisis del crédito, por citar tan sólo algunas variaciones predecibles de la presente desaceleración.
El primer paso para solucionar un problema es el pleno reconocimiento del mismo; y ejecutar la táctica del avestruz hasta que escampe en la arena política no parece que sea la decisión más audaz y responsable, sobre todo si viene de instancias que se califican a sí mismas como independientes.
Porque sucede que la realidad es tozuda, y esconderla a base de eufemismos o directamente de omisiones a lo único que lleva es a demorar la toma de decisiones por parte de los agentes económicos y, en definitiva, a agravar el cuadro económico.
Ahora que llegan los sanfermines, podríamos decir aquello de que en situaciones de 'montonera' de problemas, quizá lo mejor sea coger el toro por los cuernos, antes de que los derrotes de la bestia produzcan daños mayores.
Luis Peña Kaiser. Consejero delegado de Fonditel