Un promotor en busca de liquidez sacude al Popular
Independencia. Esa es la bandera que sigue ondeando en el tejado del Banco Popular y la que defendió su presidente, Ángel Ron, en la última junta de accionistas de la entidad, celebrada el pasado 30 de mayo. El máximo ejecutivo del grupo también se refirió en ese acto al perfil tradicional del accionista del banco, y con más razón para ser miembro del consejo: un valor estable con un accionariado también estable. Su consejo controla alrededor del 40% del capital. Y según han asegurado siempre desde el banco, y ahora más, todos los consejeros están unidos en el mismo proyecto. Ninguno tiene intención de salir del capital del grupo. Hasta ahora este ha sido su blindaje.
Esta no era la primera vez que Ron aseguraba que en su casa sólo querían inversores con carácter de permanencia. Pero en la junta sus palabras sonaron a aviso. Desde febrero Popular cuenta con un accionista muy conocido en el mundo bursátil y financiero, Ram Bhavnani, quien controla el 4,99% del banco y tiene intención de pedir un puesto en el consejo cuando supere el 5%. Y es que al tercer banco español no le apetece contar con un consejero cuyos planes se salen de su guión. Si no, sólo hay que recordar lo sucedió hace unos cuatro años, cuando Mutua Madrileña, entonces presidida por José María Ramírez Pomatta, adquirió un 4% de la entidad y quiso entrar en su máximo órgano de gobierno. No sólo no pudo colarse en este selecto grupo inversor, sino que al final vendió sus acciones. Pero en esta ocasión no ha sido Ram Bhavnani quien ha hecho bailar de un lado para otro el valor de Popular en la última semana -sus títulos subieron en ese periodo un 10,41%, pero el lunes cayeron más de un 6%-. Ha sido otro accionista, el presidente de grupo inmobiliario Hispania, Trinitario Casanova, quien el martes, tras varios rumores que apuntaban a que un grupo de inversores minoritarios negociaban la venta de un paquete que podía supera el 29% del banco a un grupo mexicano a 14,20 euros por acción, tuvo que descubrir sus cartas ante la CNMV.
Casanova, que inició su escalada de compras de títulos de Popular el pasado año hasta controlar un 3,5%, tiene que vender. Necesita liquidez, según se desprende del comunicado que tuvo que remitir al regulador bursátil. Posee 42,54 millones de acciones a través de su vehículo inversor Titanica Capital Investment. En ellas invirtió 526 millones de euros, de los cuales 394 millones fueron desembolsados mediante un crédito bancario -no del Popular, que no presta para la compra de acciones propias- con vencimiento dentro de seis años y 132 millones con fondos propios. En enero tuvo que depositar 99 millones de euros como garantía adicional, sumando al total de recursos propios invertidos 231 millones. Según los actuales precios de mercado, este paquete accionarial vale alrededor de 420 millones de euros, con lo que Casanova arrastra unas minusvalías de casi 120 millones, por lo que tiene que vender a un precio superior a los 12,40 euros por título para recuperar su inversión.
Este empresario alicantino ha sido propietario de varias cabeceras de periódicos en Murcia, que ha tenido que vender en los últimos meses. Además, tiene paralizado un ambicioso proyecto inmobiliario en la localidad murciana de Águilas por el Gobierno de la región y de forma cautelar por el Tribunal Superior de Justicia. Por ello no es extraño que, como otros promotores, necesite liquidez. Y una forma de obtenerla es vendiendo sus títulos en Popular. El problema es que su aventura ha hecho dar bandazos a los títulos del tercer grupo bancario español y ha puesto en duda el blindaje del que presume la entidad. El mercado cree que puede haber accionistas que a un precio atractivo están dispuestos a vender sus títulos. Y la independencia de Popular podría sufrir alteraciones.