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Calidad de vida

Jura, la isla que esconde los secretos del whisky

La destilería lanza una edición limitada de su nueva saga de maltas

Los letraheridos identifican Jura con la isla donde George Orwell se refugió para escribir su inquietante novela 1984. Para los viajeros, se trata de una inhóspita, minúscula y bella isla en el noroeste de Escocia. Y, para los sibaritas y gente de buen vivir, decir Jura es sinónimo de whisky. En todas sus versiones. Las últimas cuatro, bautizadas Elements, salieron al mercado en edición limitada en mayo. Sólo 36 packs llegarán a España. Agua, tierra, aire y fuego. De Malta, por supuesto.

En cualquier caso, todas esas miradas desembocan en el mismo lugar. En un paradisiaco trozo de tierra habitado por sólo 180 personas, que cuenta con un pequeño hotel, un bar, una destilería de whisky, una tienda de ultramarinos y 5.000 ciervos que, junto al licor, son el orgullo de la isla. Jura sorprende tanto por lo que tiene como por las ausencias. No hay policías, ni alcalde, ni oficina de correos, ni bancos, ni puertas de casas cerradas con llave. Obtener cobertura en el móvil parece un milagro y, de hecho, hasta los años 70 no llegó el teléfono.

Pero aquello que diferencia a Jura de cualquier otra remota isla, es el olor a whisky que impregna la zona sur , donde se concentra la mayoría de sus habitantes, y se encuentra la destilería, propiedad de White & Mackay.

Cuentan que ya desde 1505, los habitantes de la isla elaboraban whisky de forma ilegal. Aunque no fue hasta 1800 que se construyó la primera destilería. Desde entonces, han pasado más de 200 años, dos guerras mundiales y mil y un avatares. Y la isla de Jura sigue, impertérrita, pariendo whiskys con una personalidad única.

Si alguien puede hablar con autoridad del whisky de Jura, ese es Willie Tait, que llegó a la isla en 1979 para trabajar en la destilería y acabó siendo el master distiller, es decir, el responsable último de todas y cada una de las botellas que salen de Jura. Para los no iniciados es un placer escuchar como Tait, lejos de cualquier adoctrinamiento o prepotencia de entendido, defiende que lo importante del whisky, más que los años, la madera de la barrica o el precio, es si gusta o no. Tan simple como eso.

Asegura que un whisky sabe distinto dependiendo del lugar donde uno lo tome. Aquellos que tengan la paciencia de volar hasta Glasgow, tomar otro avión hasta la isla de Islay y, de allí, viajar en ferry hasta Jura, disfrutarán de perderse por los 13 kilómetros de ancho y 34 de largo de la isla y descubrir cómo sabe un whisky en su tierra natal.

Tierra, aire, agua y fuego dentro de cuatro botellas

La colección Elements es la última sorpresa de Jura. Tierra, Fuego, Aire y Agua, así se han bautizado a los cuatro nuevos maltas. Sólo existen 200 unidades y todas firmadas por el puño del master distiller, Willie Tait. En España se comercializarán 36 packs, entregados con una elegante maleta de cuero y cuyo precio rondará los 900 euros.Tierra Se trata de un malta de nueve años, cuyo color oscuro destaca por encima del resto de la colección. Su fuerte sabor se debe a la turba, un carbón que se extiende por el subsuelo de la isla y que sirvió para el secado de la cebada.Fuego Este whisky ha descansado diez años en las tostadas barricas de bourbon de Kentuchy. De allí que tome como símbolo el fuego y destaca por sus toques a chocolate y vainilla. Decir que es el preferido por el maestro Willie Tait supone el mayor halago que se le puede conceder.Aire A pesar de ser un malta de 14 años sorprende por su sabor suave. Maduró en barricas de manzanilla de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). El aire puro de Escocia hizo el resto.Agua En este malta destaca el agua del manantial de Loch a'Bhaile Mhargaidh, que según los viejos de Jura, tiene propiedades curativas.

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