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De viaje

La república de plata

Nuevos vuelos directos desde España pondrán este verano más cerca a Dubrovnick, una ciudad rebosante de tesoros que constituye el buque insignia del turismo croata

La historia de la República marina de Ragusa (actual Dubrovnik) puede contarse casi como una película de intriga. Su pequeño puerto servía, en la temprana Edad Media, para dar salida a la plata llegada desde minas lejanas del interior. De paso, claro, la plata circulaba por la ciudad y llegó a alcanzar, en los talleres ragusinos, cualidades de encaje. La calidad era óptima, además: aleada con oro, se la llamaba glama. Con la riqueza orfebre, ediles e ingenieros se las ingeniaban para traer, mediante un acueducto, agua abundante, y exhibirla impúdicamente en fuentes públicas -cuando en otros puertos del entorno se racionaba cada gota.

La abundancia de agua sirvió de señuelo para que los barcos buscasen el refugio de su rada, que además ofrecía excelentes condiciones naturales de abrigo. De paso, claro, se reparaban y hasta se construían naves, llegando a alcanzar fama el tipo de navío de aquellos astilleros. A la trama económica se sumó la habilidad política: los ragusinos supieron encauzar y aprovechar el temor de la cristiandad al poderío turco para obtener un cuasi monopolio comercial en aquellos mares arriesgados. Así, la pequeña Dubrovnik llegó a convertirse en una República libre capaz de tutear a otras potencias marinas como Génova, Amalfi o la mismísima Venecia.

El enclave no fue ajeno a esta carrera fulgurante. Era el último puerto de la costa Adriática protegido por una coraza de islas. Y la propia planta de la ciudad era de manual. Cobijada a los pies de altas montañas, en una ensenada de aguas glaucas y tranquilas, un anillo perfecto de murallas la amparaba por mar y tierra. Ese anillo se ve traspasado de puerta a puerta por una calle principal llamada Stradum (que es, en realidad, un antiguo cauce recubierto). A un lado, catorce calles ascienden como escalas empinadas por las faldas del monte. Al otro, casi otras tantas amalgaman palacios, iglesias y casas patricias. El blanco lechoso de la piedra y el intenso carmesí de las tejas romanas parecen componer el damero de la insignia croata.

La buena gastronomía y los vinos, los precios comedidos y los nuevos hoteles y bares la convierten en un 'must'

Dubrovnik fue declarada Patrimonio de la Humanidad hace ya treinta años. Es imposible tener más piedras nobles a mano en un círculo mágico cuyo diámetro -el Stradum- se recorre en cinco minutos. El Palacio de los Rectores (pulmón político de la República, ahora museo), la iglesia del patrón San Blas y la ostentosa catedral, el convento inmenso de los dominicos y el de los franciscanos (ambos, museos) y otro claustro ruinoso convertido en restaurante, las fuentes, los museos repartidos por puertas y murallas, cuya ronda se puede completar a pie, observando a la ciudad por el cogote...

Dubrovnik es hoy un milagro. Sobre todo porque las bombas disparadas en el monte, a pocas decenas de metros, apenas dañaron más que las tejas bermejas. El dolor de la guerra reciente no es ya sino una elegante elipsis (algo que refleja el filme de Isabel Coixet La vida secreta de las palabras), más una retahíla de álbumes de fotos en los escaparates. La animación turística es contagiosa, y se propaga a través de las terrazas. También la vida cultural, con un festival veraniego (entre julio y agosto) que figura entre los primeros de Europa. La buena gastronomía y vinos por descubrir, los precios comedidos, los nuevos hoteles de lujo y bares de diseño, las bonitas excursiones a las islas cercanas -Elafitas, Mljet- convierten Dubrovnik en un must para el próximo verano.

Guía para el viajero cómo ir ALOJAMIENTO comer Nautika (Brsalje 3, +385 (0)20 442526, www.esculap-teo.hr), la mejor cocina marinera, terraza sobre el mar con vista a las murallas, música en vivo. Proto (Siroka 1, +385 (0)20 323234), pescados y mariscos en el casco viejo. Numerosos restaurantes populares en la calle Prijeko (paralela a Stradum). MÁS INFORMACIâN

Cómo ir La compañía de bajo coste Click Air tiene vuelos directos desde Barcelona a Dubrovnik los lunes, miércoles, viernes y domingos (regreso, los mismos días); a partir del 5 de julio, los vuelos serán diarios, y ya desde el 1 de julio dispondrá también un vuelo desde Valencia martes y sábados. Iberia ofrecerá vuelos directos entre Madrid y Dubrovnik los sábados y domingos a partir del 7 de junio, y a partir del 24 de junio, también los martes.Alojamiento El Dubrovnik Palace (Masarykov put 20, +385 (0)20 430000, www.dubrovnikpalace.hr), aunque algo alejado del centro, es espectacular por su arquitectura vanguardista, está asomado al acantilado y tiene islas enfrente, todos los servicios de un 5 estrellas, con buen gusto y cuadros de firma en las paredes. El Hilton Imperial Dubrovnik (Marijana Blazica 2, +385 (0)20 320320, www.dubrovnik.hilton.com) es muy céntrico, está frente a una de las puertas de la muralla. Es un inmueble antiguo recuperado con esmero.

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