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A fondo

Ceremonia de la confusión en Spanair

El 13 de junio se cumplirá un año desde que la aerolínea escandinava SAS anunció la puesta en venta de su filial española, Spanair. Han transcurrido con creces 11 meses de un proceso que primero iba a durar cuatro, después se prolongó a nueve y ahora tienen visos de completar un ejercicio entero sin que se pueda vislumbrar la luz al final del túnel. Y es posible que nos encontremos más cerca de una vuelta al punto de partida que de alcanzar el deseado desenlace.

Las partes implicadas como vendedoras o compradoras en tan dilatada peripecia apenas han hecho comunicaciones oficiales, amparándose en las obligaciones de 'los acuerdos de confidencialidad suscritos'. A pesar de ello, alguno no ha dudado en filtrar informaciones interesadas cuando lo ha considerado oportuno.

Ante la ausencia de datos contrastados ha terminado por imponerse una auténtica ceremonia de la confusión: nada termina de ser mentira y todo puede convertirse en media verdad.

Desde la perspectiva de los medios de comunicación la situación no puede ser más engorrosa. Cualquier información recibida o recabada tiene que ser utilizada con todos los reparos ya que, una vez en la calle, puede tomar naturaleza de verdad absoluta a sabiendas de que, igual que no ha sido confirmada, tampoco será desmentida.

Para los trabajadores de la compañía la prolongación de la incertidumbre es un auténtico drama, tanto para su vida profesional, como para sus expectativas personales. El funcionamiento operativo de la aerolínea se ve perjudicado, según reconocen diversos colectivos.

Ante la ausencia de informaciones contrastadas por los protagonistas, la foto fija de ayer mismo que puede dibujar un espectador atento refleja que tal vez nos encontramos en un momento en el que SAS podría haber decidido declarar desierto el concurso de venta para dar paso a un plan B, por el que permanecería en el capital de Spanair, tal vez de manera provisional.

Este plan alternativo le obligaría a realizar en los próximos meses una profunda reorganización de filial que perdió 40 millones entre enero y marzo de 2008. Reduciría su plantilla y su flota y se centraría en tráficos troncales. Situaría su principal centro de operaciones en el aeropuerto de El Prat, donde haría uso de la privilegiada situación que ha conseguido de AENA dentro de la nueva Terminal Sur (entrará en servicio en primavera de 2009).

El plan B mantendría a Spanair dentro de Star Alliance y seguiría aportando pasajeros a la red intercontinental de vuelos del jefe de filas de esta alianza, Lufthansa.

Las fuentes oficiales de SAS se han negado a confirmar tales extremos. Sin embargo no han podido impedir que fuentes solventes conocedoras del proceso de elaboración de este plan alternativo hayan constatado su existencia. De igual manera, el bloqueo informativo no ha podido evitar que trascienda que Spanair ha convocado un concurso para contratar a un gabinete de comunicación corporativa. Este gabinete será el encargado de elaborar y dirigir la estrategia para informar a la opinión pública de los cambios que se producirán en la filial española de SAS en los próximos meses.

Tampoco ha podido evitar que trascienda el malestar de los sindicatos de los trabajadores del grupo escandinavo. Exigen que el recortes de 1.000 personas de la plantilla aprobado el pasado mes de abril sea aplicado en primer lugar en Spanair.

La foto fija del proceso de venta a día de ayer también refleja la existencia de dos ofertas oficiales de compra. La de la aerolínea Gadair ha quedado muy devaluada ante las informaciones (tampoco han sido confirmadas) que aseguran que este grupo no fue capaz de aportar los avales que respaldaran la propuesta económica que había puesto encima de la mesa. El representante de esta candidatura, Santiago Sánchez, afirma que no ha sido descabalgado de la puja.

Durante los últimos días se ha asegurado también que el segundo ofertante, Iberia y su aliado Gestair, habría quedado fuera de juego. Se han argumentado razones diversas; desde que el Gobierno ha vetado su iniciativa porque incurriría en problemas de competencia, hasta que el propio consejo de la aerolínea que preside Fernando Conte habría decidido abandonar la puja.

Un portavoz oficial confirmó ayer que Iberia sigue 'con todo su interés intacto' en el proceso de compra de Spanair y aseguró que, como ofertante, no le ha sido comunicada ninguna información en el sentido de que SAS haya variado las condiciones del concurso, ni que este se haya declarado desierto.

La compañía que preside Fernando Conte se ha comprometido a mantener la sede de Spanair en Palma de Mallorca, mientras traslada su centro de operaciones a El Prat de Barcelona. Dice que reestructurará la empresa, sustituyendo todos los aparatos de la flota. Mantendrá la marca y la dirección independiente y sacará a Spanair de Star Alliance, sin que ello implique que vaya a proponer su integración en One World. Este estatus le permitirá alcanzar acuerdos bilaterales de aportación de tráfico con cualquier aerolínea de red.

En la última semana un viejo conocido de Spanair ha entrado de nuevo en acción. Se trata del empresario Gonzalo Pascual, quien junto a su socio Gerardo Díaz, fundó hace dos décadas la compañía en venta. El pasado lunes mantuvo una reunión con el grupo de empresarios catalanes FemCat al que les trasmitió su disposición a reincorporarse a una puja que abandonó el pasado mes de noviembre.

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