Platos clásicos con mucho gusto
Es el restaurante al que sus dueños querrían ir. Comida tradicional, sobresaliente en calidad pero también en cantidad, con platos de nombres cortos y comprensibles para los profanos en gastronomía. Oven 180 abrió hace ocho meses en el madrileño barrio de Salamanca, y acaba de renovar por segunda vez su carta, con platos más ligeros para el verano.
El restaurante debe su nombre a la temperatura a la que se debe precalentar un horno de repostería, que en un principio iba a ser la especialidad del local. Pero la pasión por la cocina de Cristina Comenge, que regenta el Oven 180 junto a su hermano Alberto, llega mucho más allá.
Lo demuestran sus deliciosas croquetas de jamón, el entrante más exitoso del menú, en el que está acompañado por los palitos de yuca frita, o la quesadilla de brie y jalapeños. A la lista de primeros se unen ahora un gazpacho, y unas verduritas con soja y pollo, junto a la veterana ensalada templada de queso de cabra, espinacas, champiñones salteados y tomates secos, por ejemplo. El fetuccini con nata y parmesano entra en el menú de pastas y arroces, y la lubina a la vinagreta y las vieiras con crema de coliflor en la de pescados.
Las salsas sólo aparecen cuando es imprescindible, para poder apreciar la gran calidad de las materias primas, especialmente las carnes. A la popular hamburguesa Oven, el solomillo a la plancha o el carpaccio se une ahora una pularda trufada.
Los postres son la debilidad de Cristina Comenge, que introduce un milhojas de creme boule y una sopa de chocolate blanco fría. Para beber se pueden seguir las recomendaciones del jefe de sala y experto sumiller, Bernardino Peñas.
Desde el primer día las mesas del restaurante están llenas de público de todas las edades y de muy variadas profesiones, como políticos, artistas y empresarios, que disfrutan del acogedor ambiente diseñado por Pascua Ortega.