Adictos al terapeuta
Exceso de terapias y de fármacos. Los psiquiatras alertan sobre la 'psicologización' de la vida diaria
Rosario P. tiene 42 años y dos hijos. Hace dieciocho meses pidió una excedencia en la empresa para cuidar de su bebé y hoy se encuentra encerrada en un laberinto de incertidumbre y desconcierto del que no es capaz de salir. Una vez al mes acude a las reuniones de la Liga de la Leche para compartir con otras madres la gratificante experiencia que supone amamantar a su pequeño y una vez al mes también visita a un terapeuta familiar porque no sabe 'cómo resolver el enganche emocional que tiene con su retoño', como ha diagnosticado su marido. No es la primera vez que consulta con un especialista. Rosario P. ya necesitó ayuda cuando su primer hijo dejó de comer tras la muerte de la abuela y cuando su marido estuvo tres meses destinado en Lima. A veces piensa que le gustaría resolver sus problemas sin tener que recurrir al psicólogo, pero no sabe cómo.
Los divanes del mundo occidental están llenos. 'Los de los psiquiatras, los de los psicólogos y los de los terapeutas familiares', asegura el doctor Luis Rojas Marcos 'y en Nueva York -donde él vive- a veces se confunde ir al psiquiatra con ir de compras. Una consulta cuesta 600 dólares y si uno puede gastárselos en unos manolos por qué no en una sesión terapéutica. En América sigue siendo un signo de distinción social'.
Hoy en el diván encontramos hombres y mujeres aquejados de lo que lo que el psicólogo Luis Muiño llama síndrome de indefensión, 'mientras los enfermos mentales con patologías severas se quejan, y con razón, del poco tiempo que les dedica la sanidad pública', critica el catedrático Manuel Gutiérrez, portavoz de la Fundación Española de Psiquiatría. 'Ahora, al más mínimo problema con el novio, el marido o el hijo consultamos con un experto', señala Muiño, acostumbrado a tratar a profesionales, hombres y mujeres, de clase media alta.
'Sentirse abrumado o melancólico no significa estar enfermo. La depresión es otra cosa. Hay trastorno del ánimo y problemas físicos', señala Rojas Marcos
'Cuando notamos una arritmia acudimos al cardiólogo ¿verdad?, pues es lógico que cuando sentimos un dolor en el alma visitemos al especialista. Sobre todo si ese dolor nace de la dificultad para entendernos con nuestra pareja o nuestros hijos. Y es tan común tener problemas de convivencia en una sociedad competitiva, donde está ausente la negociación y el diálogo, una sociedad que fomenta el pensamiento único, que favorece el dominio del hombre sobre la mujer y sus infidelidades, que propicia que los padres se desentiendan de sus responsabilidades', explica Brik.
'Es el peaje que hay que pagar por vivir en medio de la opulencia y de la prisa', dice el psiquiatra Alfonso Chinchilla, jefe de servicio del Hospital Ramón y Cajal. 'No toleramos la frustración y las incomodidades de la vida cotidiana, y abusamos de términos clínicos como estrés, ansiedad o depresión. Sin embargo, estar triste por la muerte de un ser querido o estresado porque no llegamos a la cena de los niños es tan humano como la vida misma'.
Los psiquiatras insisten en que sentirse abrumado o melancólico no significa estar enfermo. 'Para que podamos empezar a hablar de depresión tiene que haber cambios en el estado de ánimo, en la forma de pensar, falta de energía, de interés y problemas físicos, y todo ello durante más de quince días', diagnostica Rojas Marcos.
La sociedad individualista, de la que habla Luis Muiño, ha hecho al hombre más vulnerable, si cabe. 'La libertad es lo que tiene, que a veces da vértigo. En las sociedades colectivistas cuando surgían los problemas de pareja uno sabía qué hacer, simplemente seguir para delante; ahora nos planteamos a la primera de cambio si debemos, o no, abandonar a nuestro cónyuge. Y tomar esa decisión no es fácil, ni siquiera para los más desapasionados ¿Quién es capaz de medir los gramos de esperanza que quedan en una relación?', concluye.
Manual de ayuda
Enferma, o no, la sociedad occidental se ha hecho adicta a las consultas de los terapeutas y a los libros de autoayuda, una moda genuinamente americana que la Europa continental ha adoptado con entusiasmo. 'Todo trastorno tiene hoy su libro de autoayuda', ironiza Brik. 'Pero la vida y los problemas no son tan simples como los pintan estos manuales' critica Rojas Marcos. 'Carecen de base científica, pero se dejan leer y hay quien piensa que sus consejos pueden sustituir a los de un psiquiatra ', se queja Chinchilla. El psicólogo Luis Muiño sale en su defensa. 'A los libros de autoayuda les pasa lo mismo que a los programas del corazón. Todo el mundo los critica, pero todo el mundo los lee. Y yo me pregunto ¿no escribieron libros de autoayuda Descartes, Spinoza o Marco Aurelio?'
Valium y Prozac, las píldoras mágicas
Empacho de recetas, lo llama el doctor Luis Rojas Marcos. La reciente polémica sobre el efecto curativo del Prozac (fluoxetina) ha reactivado entre los especialistas la opinión de que detrás del consumo de medicamentos 'hay demasiados intereses farmacéuticos', en palabras del doctor Alfonso Chinchilla, del Ramón y Cajal. 'El Valium (diazepan) se ha convertido en la aspirina psicológica de nuestro tiempo, y no creo que tanta gente la necesite', apostilla.En opinión de Luis Rojas Marcos, cuya televisión neoyorquina bombardea a todas horas con medicamentos para la ansiedad el insomnio y el sexo, es el momento de inculcar en los ciudadanos una visión más sensata de los beneficios y riesgos de los fármacos, 'y de que la industria modere sus exageradas promesas publicitarias y frene su política de incentivos a los médicos'.A su juicio, hay que acabar con las expectativas de salud inquebrantable, aceptar las pequeñas molestias cotidianas típicas de nuestra inevitable caducidad e intentar ganar la batalla a las enfermedades con las fuerzas curativas naturales. 'Es lástima que se haya olvidado aquella sabia advertencia del poeta madrileño Alonso de Ercilla: no es buena la cura y experiencia, si es más seria y peor que la dolencia'.