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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Barroso se quema con los biocombustibles

Científicos y economistas están cuestionando de manera creciente el objetivo de Bruselas de que en 2020 el 10% del combustible consumido por el transporte en Europa proceda de origen orgánico. Pero el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, insiste en que la Unión Europea debe asumir el liderazgo mundial en esa nueva tecnología para garantizar que los biocombustibles se desarrollan de forma sostenible.

A pesar de la habilidad mediática del portugués, la operación a favor de unos carburantes que se presentan como respuesta ecológica a la dependencia energética de la UE se está resquebrajando por momentos. Y Barroso corre el riesgo de inmolarse políticamente en una apuesta que hasta hace poco parecía segura.

La última andanada ha llegado desde el Centro de investigación conjunta (JRC, en sus siglas en inglés) que la propia Comisión tiene en Ispra, al norte de Italia. En un demoledor informe recién publicado, el JRC concluye que 'incluso en el mejor de los casos, el coste de los biofueles excede el valor de los beneficios externos que se pueden conseguir'.

'Incluso en el mejor de los casos, el coste del biofuel excede sus beneficios'

Los primeros borradores del informe se filtraron en enero de este año y varios portavoces de la Comisión se apresuraron a menospreciarlo como un documento interno que no se había sometido a revisión científica.

Pero la versión definitiva (fechada en marzo) presenta ya una vistosa cubierta con lo que parece un campo de maíz. Y las 29 páginas cuelgan en la propia página web de la CE para deleite de los enemigos de los agrocarburantes.

'El informe ya es público y creo que va a ser la puntilla', pronostica David Hammerstein, eurodiputado español del grupo de Los Verdes. 'El objetivo del 10% está tocado de muerte'.

El JRC calcula que el coste del impulso al biofuel propuesto por Bruselas costará a los contribuyentes europeos entre 33.000 y 65.000 millones de euros. Y advierte que 'desde un punto de vista económico (...) hay mejores caminos para conseguir una reducción de gases con efecto invernadero y reforzar la seguridad del suministro'.

Las críticas dominantes al biofuel se habían centrado hasta ahora en su posible contribución al encarecimiento de los alimentos. Y Barroso las capea, más o menos, atribuyendo la evolución al alza de los precios a razones estructurales (incremento de la demanda en Asia) y coyunturales (malas cosechas y restricciones a la exportación de cereales en Rusia y Ucrania, grandes graneros del mercado mundial).

Pero el estudio del JRC cuestiona la racionalidad económica de la iniciativa. Y ese argumento resulta mucho más peligroso para Barroso, porque desde que llegó a la presidencia de la Comisión Europea en 2004 ha hecho gala de someter todas sus iniciativas a un riguroso análisis de su impacto económico.

En la práctica, esos estudios internos de la CE adolecen a veces, según los sectores afectados, del rigor proclamado. Y suelen limitarse a secundar el proyecto político auspiciado por Bruselas. Pero al menos le han permitido a Barroso defender que sus iniciativas no resultaban dañinas para la economía europea.

Ahora el estudio del JRC socava la lógica económica que supuestamente respalda el impulso a los biocombustibles. El centro científico cuestiona incluso la viabilidad a corto plazo de los biocombustibles de segunda generación, que 'no podrán competir con los de primera antes de 2020'. Y advierte que sin esa aportación, la UE deberá importar entre el 56% y el 64% del biocombustible en general, y hasta el 80% del biodiésel. Unas cifras que destrozan los argumentos de la CE sobre las ventajas de su plan para reforzar la seguridad de suministro energético en Europa.

Aún así, Barroso no parece dispuesto a doblegarse. Y convertido a la causa medioambiental desde que el gobierno de su mentor, Tony Blair, impulsó el informe Stern, busca refugio en esa trinchera. 'Una vez más hay que decirlo claramente', aseguró en rueda de prensa el pasado miércoles. 'Estamos a favor de los biocombustibles sostenibles (...) porque la otra opción sigue siendo el petróleo y eso tiene un impacto muy negativo sobre el cambio climático'.

Pero los especialistas en esa materia tampoco parecen dispuestos a darle cobertura. Menos de 24 horas después de la rueda de prensa de Barroso, la Agencia europea del Medio Ambiente, otro órgano de la UE, calificaba el objetivo del 10% de biofueles como 'excesivamente ambicioso' y lo describía como 'un experimento cuyos efectos no intencionados son difíciles de predecir y difíciles de controlar'. La Agencía recomienda, dada la incertidumbre, la 'suspensión' del objetivo.

La CE descarta por ahora esa posibilidad. Y se escuda en que el 10% fue aprobado por unanimidad en el Consejo Europeo, aunque se cuida de recordar que fue a propuesta suya.

Más temprano que tarde, sin embargo, Barroso deberá optar por jugársela a favor de los combustibles o rebajar su apuesta discretamente. El acuerdo del Consejo (en marzo de 2007) le ofrece una escapatoria porque supeditaba el objetivo del 10% a que pueda conseguirse 'respetando la relación coste eficiencia'. El estudio del JRC parece indicar que esa condición no se cumple.

Barroso, que ha demostrado en Bruselas un fino olfato para saber en qué iniciativas políticas merece la pena arriesgarse, ya ha enterrado otros planes de su Comisión. Esta vez, sin embargo, quizá le resulte más doloroso porque ha demostrado un gran interés personal en apoyar los biocombustibles.

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