'Tal vez ha llegado el momento de vivir y olvidar la prosperidad'
Doctor en Economía y profesor del IESE, ocupa la Cátedra de España en la China-Europe International Business School
Los años de docencia que siguieron a su etapa como gestor público -entre otras cosas fue secretario de Estado de Economía de Pedro Solbes en el último gobierno de Felipe González- le convencieron de la necesidad de escribir un manual de economía para ciudadanos sin formación económica. La Ciencia Humilde (Crítica) es un libro didáctico pensado para ayudar a los contribuyentes a tomar, con conocimiento de causa, sus propias decisiones cívicas. Experto en China, critica la persistencia de desigualdades sociales y afirma rotundo que el milagro económico ha sido posible gracias a la disciplina del régimen dictatorial.
Usted hace en su libro una declaración de principios y se pregunta si el aumento de la prosperidad en los países occidentales debe continuar a este ritmo...
No es lo mismo hablar desde un país rico que desde un país pobre. En estos últimos, lógicamente, se necesita aumentar la riqueza. Pero en los países ricos los ciudadanos deberían preguntarse si no están sacrificando demasiadas ilusiones. La humanidad, por ejemplo, nunca ha trabajado tantas horas como hoy en día. No hemos logrado aprovechar el enorme aumento de la productividad para vivir mejor. Siempre estamos soñando con aquello que haríamos si tuvieramos tiempo libre, pero nunca nos decidimos a tenerlo. Parece que nunca llega el momento, y lo que hay que preguntarse es si tal vez el momento ha llegado ya.
De eso trata uno de los libros que usted recomienda a sus lectores.
Small is beautiful, de E. F. Schumacher. No lo leí hasta el año 2000, pese a estar escrito en 1973, y he de reconocer que ha marcado un antes y un después en mi manera de pensar. Este ensayo sitúa la economía en el lugar en el que debe estar. El subtítulo lo dice todo: una economía para una sociedad en la que la gente tenga importancia.
Pero aún estamos muy lejos de eso.
Estamos más lejos que hace 30 años.
También cuestiona la primacía del mercado.
Garantiza la eficiencia, pero no la justicia.
¿Qué hacer entonces?
No es fácil. Siempre pensamos en medidas de redistribución para garantizar la equidad, pero parece que éstas han llegado a un límite. No olvidemos que desde hace 30 años las desigualdades se han mantenido prácticamente constantes en las distintas sociedades. Y, sin embargo, nadie está proponiendo un aumento de los tributos. Quienes entienden de esto piensan que propician la evasión.
Y entonces el debate desaparece del escenario político...
Da la impresión de que la reacción sería tan negativa que los políticos no se atreven a proponerlo, ni aquí ni en ningún sitio. La única excepción ha sido Suecia. Sus ciudadanos han preferido pagar más impuestos a cambio de obtener muchos y buenos servicios públicos. Pero éste no parece que sea el sentir general de los españoles.
¿Y el suyo?
æpermil;ste es un país donde persisten las desigualdades. Yo estoy a favor de aumentar la redistribución.
¿Con más impuestos?
O dedicando los recursos a mejorar la formación.
Enseñando a pescar.
Dar la caña quiere decir gastar más dinero en educación pública, en formación profesional y en investigación. Deberíamos discutir entonces si es necesario cambiar la política fiscal. No tanto para redistribuir como para conseguir que la gente se acerque a la riqueza.
Entonces, los 400 euros de Zapatero...
Demagogia pura. No sé si a usted le resultan útiles esos 400 euros, pero se pueden quedar con los míos. Seguro que hay ciudadanos que necesitan 1.200.
'Solbes pilotará con eficacia la crisis'
¿Solbes es la persona adecuada para pilotar la crisis?Es una garantía. æpermil;l es un hombre muy tranquilo, y eso es importante en momentos como el actual, y además se conoce la economía española al dedillo.¿Habrá recesión?Aún queda mucho ajuste por delante. Puede haber en el camino algún disgusto o susto con alguna entidad financiera, pero limitado. Nuestro sistema bancario es sólido y la supervisión está muy pendiente. Derrumbe del mercado de la vivienda, no; ajuste en los precios sí, pero ése es el riesgo del libre mercado.¿Qué hay que hacer?No creo que haya que adoptar grandes decisiones económicas. Evitar que los costes de la crisis los paguen los más desprotegidos y utilizar la competencia para controlar los precios. El déficit exterior se corregirá solo. Lo que tenemos que hacer es gastar menos durante algún tiempo.¿Es posible cambiar el patrón económico?Está cambiando. No nos engañemos, la misma concentración en ladrillo que ha sufrido España la ha tenido EE UU, porque los tipos eran muy bajos.