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CincoSentidos

El fracaso del hombre en el Siglo de las Luces

Francisco Casavella presenta la novela ganadora del Premio NadalTendencias

Francisco Casavella (Barcelona, 1963) ha dedicado cuatro intensos años a Lo que sé de los vampiros, la novela ganadora del Premio Nadal 2008, que convoca la editorial Destino desde 1945. Sin atreverse a considerarla la más ambiciosa de su producción -'estoy orgulloso de todos mis libros'-, reconoce que es una novela que tenía ganas de escribir desde hace muchos años y lo ha hecho 'con pasión y disfrute'.

La lectura de la novela invita a una reflexión sobre la condición humana. Ambientada en la Europa del siglo XVIII, narra las aventuras de Martín de Viloalle, un joven de origen noble que ingresa en la Compañía de Jesús justo cuando Carlos III decreta la expulsión de los jesuitas de España y que acaba peregrinando por las cortes europeas, como caricaturista, aunque a veces la realidad supere la caricatura, en compañía de Welldone, personaje con trazas de charlatán que sueña con la utópica Ciudad del Hombre.

Personajes inmersos en contradicciones como las del propio Siglo de las Luces, que la mirada tragicómica de Francisco Casavella revelan al lector.

El título de la novela alude al fracaso de la nueva idea de hombre que se instaura en el siglo XVIII. El predominio de la razón daba al hombre un poder absoluto sobre los elementos, incluso ponía en duda la jerarquía teológica que hasta ese momento era la atmósfera que lo envolvía todo. Uno de los personajes lo pone en duda. El hombre con mayúsculas no existe porque está dominado por sus pasiones, actúa de una manera absurda, por afán de poder, egoísmo e incluso por mera tozudez, y luego a la hora de contar su historia, intenta ocultar todas esas tropelías con una justificación causa efecto; es decir, todo tiene una lógica. 'Ese elemento que falta en la ecuación del hombre como ser supremo es lo que le convierte en vampiro', explica el autor.

Para Francisco Casavella, Lo que sé de los vampiros no se aparta de sus anteriores novelas. 'Los que me siguen dicen que no es muy distinta. Yo, la verdad, pienso que tampoco'.

Antes, estaba circunscrito a una ciudad, un barrio, pero el ataque, el punto de vista sobre las cosas, es similar, igual que el tipo de personaje. Al escritor le interesan los personajes marginales, no los habitantes del poblado del extrarradio, sino los que están en tierra de nadie pero miran hacia dentro de ese mundo, observa. 'El protagonista podía haber sido Voltaire o un ilustrado asentado, en cambio, he cogido a alguien que iba para ilustrado, que tiene una visión, y por determinadas circunstancias acaba convirtiéndose en un personaje pintoresco porque tiene que sobrevivir o tiene que mantener una libertad. Quizá sea esa su tragedia'.

Francisco Casavella plasma su visión tragicómica a la literatura. 'Los que creemos que tenemos un sentido de la comicidad en el fondo tenemos un fondo trágico. Que la vida acabe en la muerte es ya una broma lo bastante macabra como para ver que todos los grandes esfuerzos que se hacen son completamente inútiles'. El autor casi nunca determina si algo va a hacer reír o no, pero quizás se decante más por lo trágico. 'Forma parte de la esencia de uno', concluye.

La adicción de escribir

La carrera narrativa de Francisco Casavella comenzó con El Triunfo (1990), Premio Tigre Juan, de la que Mireia Ros hizo una versión cinematográfica. Después, publicó Quédate (1993), Un enano español se suicida en Las Vegas (1997), llevada a la pantalla por Antonio Chavarrías en 2002 con el título Volverás, El Secreto de las Fiestas (1997), y El día del Watusi (2002-2003).En la primera mitad de los años 90, se dedicó a escribir guiones para el cine. Ahora vive de la narrativa y la crítica literaria. Lo próximo será un ensayo sobre la manera en que la literatura y la paranoia se retroalimentan a lo largo del tiempo, mientras espera ponerse con otra novela. El tema lo está pensando. 'Te das cuenta de que el tiempo va pasando y si con cada novela me tiro cuatro años, cuando acabe la próxima tendré 50 años'.Es mucha su dedicación, porque 'uno piensa que tiene más cosas que contar, intenta que todo sea más decantado, que no haya cosas gratuitas, quizás sea más responsable'.Porque Francisco Casavella intenta dar lo mejor en cada novela. Si con ella ha dado en la diana en cuanto a amplitud, riqueza de los personajes y situaciones, es algo que tendrán que determinar el tiempo y la calidad de los lectores.Escribir es como una adición. 'Si llevo tiempo sin escribir, sobre todo sin contar, sin meterme en una novela, empiezo a pasarlo mal'.

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