'La mejor inversión es en personas que trabajan a gusto'
El 26 de enero cumplió 81 años. Miembro de una saga de oftalmólogos, sigue en activo, operando 15 pacientes a la semana. 'A mí me retirará Dios', asegura. Desde el pasado año es el presidente de los oftalmólogos españoles
Posee numerosos doctorados honoris causa, medallas, condecoraciones y distinciones, ha participado en cientos de congresos y reuniones científicas de todo el mundo, pero lo que más le llena de satisfacción al director del Centro de Oftalmología Barraquer, continuador de una saga de pioneros de la investigación oftalmológica, es el reconocimiento de los pacientes y de los colegas.
A sus 81 años recién cumplidos sigue en activo, operando a unos 15 pacientes a la semana. El retiro ni se lo plantea.
Ah, no. Siempre he dicho que a mi me retirará Dios cuando considere que no puedo trabajar, ya sea operar, visitar enfermos o publicar. Mi hermano José Ignacio, que era 11 años mayor que yo, aunque en sus últimos 3 o 4 años de vida no operaba, siguió visitando y trabajando en sus proyectos de cirugía; murió trabajando, lo encontró su hija en el suelo, sin sentido, pero agarrando la hoja del ordenador que iba saliendo. Murió días después.
'A mi edad atiendo más a pacientes pobres que a ricos, porque hay más'
'Cuando empecé había grandes figuras. Hoy casi no quedan, pero hay un buen nivel'
Su abuelo y su padre fueron pioneros en la enseñanza y la investigación oftalmológica en España. ¿De todo lo que aprendió de ellos, a qué da más valor?
Hay muchas cosas, desde el punto de vista técnico, científico, pero, sobre todo, el factor humano. Lo más importante es tratar a un paciente como nos gustaría que nos tratasen a nosotros. Es lo que insisto a mis alumnos, que presten atención a como trato al paciente y piensen que la mejor manera de hacer el bien es meterse en su piel.
¿Alguna vez no le han tratado bien como paciente?
Bueno, tuve un problema con una hepatitis y yo quería seguir trabajando. Un internista de mucha fama me dijo esto: tienes que bajar el ritmo, no quieras ser un superhombre, sé un hombre como los demás. En fin, se da por bueno.
Usted creó junto con su padre en 1962 el primer banco de ojos de la Europa Continental, una entidad no lucrativa.
Empezamos en 1962, pero todo proceso requiere su rodaje y fue en 1967 cuando empezó a funcionar mejor. Para fundar un banco de ojos se requerían una serie de detalles técnicos y burocráticos, por ejemplo, se denominó Banco de Ojos del Instituto Barraquer para Tratamientos de la Ceguera, aunque luego se eliminó Instituto Barraquer, para que nadie pudiera decir que teníamos el banco para nuestro beneficio.
Para que el Instituto Barraquer no se lucrase.
Si se ha de pensar en lucro, lo más práctico sería operar cataratas y miopías. Los transplantes de córneas y glaucomas requieren mucha más vigilancia, sacrificio por parte del médico, hay que tener experiencia. Aunque ninguna operación es fácil, ni una catarata.
¿Cómo ha evolucionado la oftalmología en España?
Sí. Cuando yo empecé había grandes figuras que destacaban mucho, teníamos el A, B y C: Arruga, Barraquer y Castroviejo, y luego un nivel medio y bajo. Ahora, en cambio, casi no quedan grandes figuras y hay unos niveles buenos. Han desaparecido las grandes figuras.
¿Qué ocurre cuando entra en el quirófano para operar?
Pues que voy a atender a un paciente, no por su categoría social, sino por la enfermedad. No me importa si es simpático o antipático, rico o pobre, es un paciente. A mi edad atiendo más a pobres que a ricos, porque hay más.
La Fundación Barraquer se encarga de esos pacientes sin recursos.
A las personas que no tienen recursos se les financia. El paciente de lo que podemos considerar obra social no tiene que pagar de entrada ningún honorario de tipo facultativo, tiene que pagar medicinas, exámenes especiales y, si lo precisa, residencia. Si tampoco pueden, pues se hace cargo la Fundación Barraquer y lo que devenga de los pacientes que pueden.
Es decir que los pacientes ricos financian a los pobres.
También, ¿por qué no? Hay quien me llama socialista. Lo importante es que los pacientes estén bien, contentos, y el equipo trabaje a gusto. Hay gente que piensa que cuanto menos personal, mejor; pero un profesional que trabaja a gusto es la mejor inversión.
Cinco generaciones de oftalmólogos
Joaquín Barraquer pertenece a una saga médica que ya va por la quinta generación (la familia procede de Santa Cristina d'Aro en Girona). Es nieto, hijo, hermano, padre y, puede que en el futuro, abuelo de oftalmólogos. Con él trabajan en Barcelona su hija Elena y su hijo Rafael Barraquer Compte y los nietos de sus hermanas, y en Bogotá (Colombia), los hijos de su hermano. Sus nieto son aún demasiado jóvenes, pero ya se están interesando por la medicina, revela el profesor. Respetará en cualquier caso la decisión de seguir o no la tradición. 'A mí nunca me forzaron'. La oftalmología le atrajo siempre, ya con 13 años su padre le animó a practicar su primera operación, suele recordar Barraquer.También era aficionado a las matemáticas y a la música y de no haber sido médico, le hubiera gustado ser director de orquesta. 'Casi lo soy', revela. Gracias a un equipo de alta fidelidad de 16 pantallas, cada una con su mando independiente que le permiten graduar los graves, agudos, medios. Recientemente le han regalado un DVD para ver conciertos, como el que Plácido Domingo y Ricardo Villazón ofrecieron en Berlín hace ya unos años. 'Si tengo que escoger, prefiero a Domingo', confiesa.Además, Joaquín Barraquer se mantiene en forma jugando al golf y nadando a diario en la piscina climatizada que tiene en lo alto de la clínica.Porque en el caso de Joaquín Barraquer lo de vivir en el trabajo no es una frase hecha, el profesor tiene su vivienda integrada en la clínica.
El mejor premio: el aprecio de los pacientes
En su currículum hay innumerables distinciones, españoles y extranjeras. ¿Cuál considera el reconocimiento más importante de todos?Si tengo que decir la verdad, una de las cosas que más me llena de satisfacción es el reconocimiento del paciente.¿A pesar de todos los años de méritos?Sí, es una cosa superior a mis fuerzas, aprecio el reconocimiento de los pacientes y mis colegas. En marzo del pasado año, me preguntaron si quería presentarme a candidato a la presidencia de la Sociedad Española de Oftalmología, y les contesté: ¿De verdad lo queréis? En junio, en el Congreso de Las Palmas, hubo votación secreta y de allí salí presidente.¿Cómo no ocupó antes el puesto?Es una historia muy difícil, siempre había asistido a las sesiones de la sociedad, pero nunca me interesé por la política.Ha creado múltiples instrumentos y ha elaborado técnicas para la microcirugía ocular. ¿Cree que después de las operaciones de miopía con láser, las de presbicia van a ser el siguiente paso?Con los medios que tenemos hoy en día la operación de presbicia puede dejar en peores condiciones para la visión o para conducir. Desde 1980 tenemos un proyecto en colaboración con el Bascom Palmer Eye Institute de Miami para operar bien catarata u ojo con presbicia, vaciar el contenido del cristalino que se está volviendo rígido y reemplazar el contenido opacificado por una sustancia tipo gel que permitiría restaurar la capacidad de acomodación.¿Han visto diferencias en los alumnos que ha formado el Instituto Barraquer?Dentro del programa MIR, formamos a 4 alumnos por año, como la duración es de cuatro años, son 16 médicos españoles los que quieren ser oftalmólogos. Al ser un centro de titularidad privada, tenemos derecho a escogerlos. Cada año se presentan entre 50 y 70 candidatos. Después de un examen y una entrevista, quedan los 20 mejores y, de éstos, se eligen los que son verdaderamente buenos.