El ingenio español renueva su cartera de inventos
La Tienda de Albert comercializa ideas de patentes de los 'edison' españoles
Los grandes inventos nacen de las necesidades más básicas. La fregona o el chupa-chups son dos ejemplos españoles de la simplicidad de una exitosa idea. 'Los inventores son gente con una inquietud para solucionar un problema', explica Manuel Matellán, director del Club de Inventores, con 3.600 socios. 'Las respuestas nacen de cuando tienes una necesidad y te calientas la cabeza para solucionarla', añade Miguel Viñas, fundador de La Tienda de Albert, que comercializa en Madrid (y en internet: latiendadealbert.com) productos ingeniosos de autores españoles.
Matellán explica que para un inventor particular (que no trabaja para una empresa) el panorama en España no es sencillo: 'No hay ayudas, ni siquiera un marco normativo que las especifique. Es muy difícil, además, pasar de una patente a producir para el mercado'. Para este espacio entre la idea inicial y la comercialización se creó La Tienda de Albert, que facturó un total de 120.000 euros en 2007. 'Es un importante canal' para que los inventores puedan vender sus proyectos, asegura Viñas. Por su bazar se acercan cada día, 'por el boca a boca', varios de estos edison en ciernes, con múltiples proyectos en la cabeza y en papeles. Y Viñas y su equipo le asesoran sobre los costes, la producción o si ya existe una patente similar.
Al entrar en la tienda al potencial comprador se le van los ojos hacia una multitud de gadgets y quiere probar cada uno de ellos. La moda para 2008 son todo tipo de productos ingeniosos alimentados a través del USB del ordenador: un calienta-enfría bebidas o unas botas calentadoras, por ejemplo, aunque estos artículos suelen ser novedades sin patentar.
Un apartado especial está dedicado a inventos patentados por españoles. La mayoría enfocados a hacer más confortable la vida en el hogar. Por eso, gran parte de la clientela son amas de casa, explica Viñas. Incluso dos de las inventoras se dedican a las labores del hogar. También cuenta con los proyectos de un catedrático, un empleado de banca, un pintor o un funcionario. Cualquiera puede tener una idea brillante. 'Hay que romper el tópico -cree Viñas-, puedes estar tomándote un café al lado de un inventor'.