El 'Gran Farma' siente la presión de la UE
Europa era hasta ahora una de las tierras promisorias para el sector farmacéutico, que en el Viejo Continente obtiene un tercio de su facturación mundial. No en vano, el caldo de cultivo europeo parece ideal para el negocio del medicamento: una población con creciente esperanza de vida y unos sistemas públicos de salud que asumen casi sin rechistar la abultada factura de la asistencia médica de los contribuyentes. Al calor de esos síntomas, la producción de la industria en Europa pasó de 63.010 millones de euros en 1990 a 125.470 millones en el año 2000. Y en 2006, ya con 27 socios en la UE alcanzó los 180.000 millones de euros, según los datos de la patronal europea.
La industria incluso había encontrado un canal privilegiado de comunicación con la Comisión Europea a través de un Foro de alto nivel por el cual hacer llegar a Bruselas sus reivindicaciones contra el comercio paralelo de medicamentos dentro de la UE o a favor de un proceso de autorización de productos más rápido.
La convivencia entre la administración comunitaria y la industria farmacéutica, sin embargo, se ha resquebrajado esta semana con una declaración de guerra en toda línea de la comisaria europea de Competencia, Neelie Kroes. 'Hay algo podrido en el sector y lo voy a encontrar', afirmó Kroes con un lenguaje que evoca el siniestro retrato que hizo de la industria John Le Carre en su novela El Gran Farma.
Las farmacéuticas habían sufrido con anterioridad el acoso de la Comisión Europea. En 2001, Bruselas impuso una multa de 855 millones de euros (luego rebajada ligeramente por los jueces a 790 millones) al llamado cartel de las vitaminas, liderado por Roche. Y en 2005 AstraZeneca pagó una sanción de 60 millones de euros por haber prolongado ilegalmente en varios países la patente de un medicamento antiúlcera.
Pero la arremetida de Kroes es de unas proporciones desconocidas. Por un lado, ha colocado a todo el sector bajo sospecha al iniciar por primera vez una investigación global por sorpresa y con registros de instalaciones incluidos. La CE sólo había utilizado esa táctica tan agresiva en casos de cartel o abuso de posición dominante donde ya contaba con un chivatazo o evidencias muy precisas. Por otro lado, los cargos de la comisaria contra el sector son gravísimos porque no le acusa sólo de encarecer sus productos sino también de jugar con la salud de millones de ciudadanos europeos.
La CE sospecha que las empresas podrían estar frenando la producción de nuevos medicamentos, para rentabilizar su inversión anterior, y pactando con los fabricantes de genéricos para que tampoco lleguen a las farmacias las versiones más baratas de productos liberados de la protección de patente.
Si Kroes confirma sus sospechas, algunas farmacéuticas pueden sufrir un severo correctivo económico (potencialmente, hasta el 10% de su facturación). El objetivo declarado de la comisaria es que 'a la vista del envejecimiento de la población, podamos disponer de medicamentos de la mejor calidad y a precios asequibles'.