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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Que me paguen la casa y bajen los tipos

Culpar a terceros del mal propio es una extendida costumbre desde que alguien inventó aquello de 'el perro se ha comido los deberes'. Es llamativa, por ejemplo, la tendencia a quejarse de las abusivas condiciones de servicio de la gran banca -queja en algunos casos está más que fundada- cuando la inmensa mayoría de los clientes se limita a comprar el primer producto que le ofrecen en la sucursal de toda la vida. Otro ejemplo, más extremo, es la demanda de que los impuestos de trabajadores y empresarios se dediquen a retribuir a personas que confiaron sus ahorros a la inversión en sellos. Y hoy por hoy, en la puja por rehuir la responsabilidad en las decisiones económicas, toca quejarse a la par de la subida de los precios y de la subida de la letra de la hipoteca. Dos quejas justificables por separado pero que, puestas en un mismo contexto, suenan a un '¿qué hay de lo mío?'. Porque el depósito del coche hay que llenarlo y el frigorífico también. Pero asumir una hipoteca cuya letra ahoga al comprador cuando los tipos de interés están al 4% no es muy distinto de comprarse un deportivo con el primer sueldo y quejarse luego de lo caro que sale.

Es cierto que la estructura del mercado -especialmente por la dificultad en el acceso al alquiler- ha incentivado más allá de lo deseable la compra de casa. Y habría que preguntarse, y preguntárselo en serio, el papel que ha jugado el alucinante sistema fiscal español que subvenciona la compra de casa por parte de, entre otros, aquellos que no tienen dinero para pagarla. Un sistema que mucho tiene que ver con la dejación de responsabilidades financieras: si quiero una casa, que me subvencionen una parte, pero si no la puedo pagar, la culpa es de Trichet.

En este entorno, y teniendo en cuenta el nivel del debate político, no sorprende la ligereza con la que se trata una desaceleración económica y del mercado inmobiliario que estaba en la agenda económica desde hacía tiempo. Iba a llegar, y la única cuestión pendiente era saber si se podía alterar el patrón de crecimiento y hacerlo menos dependiente del famoso ladrillo, un objetivo difícilmente compatible con la citada subvención a la compra de casas. La economía, como la vida, está hecha de malos y buenos momentos, y si las etapas más complicadas sirven para aprender de los errores y purgar los excesos, tienen su lado positivo. Pero es mucho más cómodo considerar que todo está bien y la culpa es de otro, como Trichet.

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