La Navidad reabre la polémica por los sucedáneos de angulas
Angulas de Aguinaga realiza una protección 'activa' para defender la denominación 'gula'.
Angulas a 1.300 euros el kilo y gulas, un sucedáneo de parecido aspecto y elaborado con carne de abadejo de Alaska, a 12 euros. Esta Navidad se ha reabierto la polémica, trasladada estos últimos años a los tribunales, por la titularidad de la propiedad de las denominaciones 'La Gula', 'Gula del Norte', 'Gula' y 'Gulas de Aguinaga'. Su propietaria, Angulas de Aguinaga, sociedad controlada por el grupo Ibersuizas, se ha puesto las pilas estas fechas para defender ante 'competidores ilegales' un producto cuya presencia en el mercado ha crecido casi paralela a la de sus abogados en las salas de los juzgados.
Francisco Ribera Ordóñez y Manuel Díaz El Cordobés han sido este año los protagonistas de la campaña televisiva de La Gula del Norte de Angulas de Aguinaga, en unas fechas que le suponen ingresos adicionales. Paralelamente la compañía guipuzcoana, en una política de protección del que posiblemente sea su mayor activo industrial y comercial, se ha encargado de insertar en prensa anuncios en los que vela ante unas actuaciones que tienen como intención 'la confusión del consumidor'.
La raíz del asunto es la venta de productos, más o menos similares, bajo denominaciones como 'Gulissimas', 'Gulissimas de Skandia' o 'Guloyas', que están siendo comercializadas 'a pesar de que las denominaciones citadas les han sido denegadas como marcas registradas', según reza la publicidad de Angulas de Aguinaga, que inicia el mensaje como 'la Gula del Norte, la auténtica'.
Aguinaga abunda en la teoría de que estas prácticas suponen una actuación ilegal y 'contraria' al código de conducta 'que debe regir la actividad comercial al generar, de forma intencionada, confusión en el consumidor intentando beneficiarse de la imagen de la marca registrada Gulas'. Esta campaña en defensa de su producto le ha supuesto una importante inversión, según fuentes de las compañías de publicidad.
El asunto viene de antiguo. La gula irrumpió en el mercado a finales de los ochenta tras la constante subida de precios de un manjar sólo asequible desde hace años a los bolsillos de los más adinerados o caprichosos. Su elaboración requirió de una fuerte inversión en investigación y desarrollo, que llevó a Angulas de Aguinaga a viajar a Japón, donde se encontraban los mayores expertos en sucedáneos de pescados y mariscos. La firma con sede en Irura adaptó sus técnicas para la elaboración del surimi a base de abadejo de Alaska con el que fabricar las gulas, a las que todavía no han conseguido ponerles ojos para parecerse más físicamente a las angulas.
El éxito de este producto ha sido notable. Se vencieron las resistencias de los gourmets domésticos, que claudicaron y la han incorporado, incluso, al menú de la fiesta grande de la capital donostiarra que se celebrará el próximo día 20, y donde la angula era la reina. Pero la aceptación ha ido ligada a una historia de pleitos. El último capítulo se produjo a principios de 2007, cuando el Tribunal Supremo declaró la nulidad de la marca 'Margulas', propiedad de Angulas, Mariscos y Derivados por su incompatibilidad con las Gulas.