Las cementeras tienen un plan contra la crisis
Las grandes cementeras asentadas en España están despertando de un sueño en el que su maquinaria ha atendido una demanda que se antojaba sin límites. 'Los últimos años no han sido normales y ahora tenemos que adaptarnos a un ciclo descendente que atacaremos con nuevas estrategias', reconoce el presidente de una de las mayores.
La carrera por atajar los problemas que vengan derivados de la desaceleración de la construcción de viviendas ha comenzado. El primer reto es rebajar la factura que pagan por la energía. La patronal, Oficemen, asegura que el consumo ha caído un 40% en los últimos 25 años. Pero no es suficiente. En este sentido, el próximo mes de julio debería comenzar a operar la plataforma de negociación Fortia, donde las cementeras, entre otros pesos pesados, negociarán los precios con las eléctricas españolas, portuguesas y francesas.
El segundo paso se enmarca en el terreno de la política y consiste en convencer a las administraciones central, autonómicas y locales para que permitan un mayor uso de combustibles alternativos, desde neumáticos a todo tipo de plásticos, harinas cárnicas e incluso chatarras. 'Si usamos residuos en nuestras fábricas rebajamos el consumo de combustibles fósiles y contribuimos a su eliminación sin que eso afecte a las emisiones', citan desde Oficemen.
Actualmente un 5% del combustible quemado por las fábricas de cemento procede de los vertederos, frente al 18% de media en la Unión Europea. El objetivo del sector en España es alcanzar el 20% en el año 2012.
Y la tercera iniciativa de calado debe ser de puertas hacia dentro: rebajar la importación de clinker, materia prima de la que se obtiene el polvo gris.
Gran parte del cemento que se vende en este país es importado y las propias cementeras han sido las primeras compradoras porque no daban abasto con su fuerza productiva. Los expertos aprecian que una ralentización de la construcción no tiene porqué afectar a la cuenta de resultados de las cementares siempre y cuando se apueste por la producción propia y se aparquen los pedidos al exterior.
El colchón es considerable. España pugnaba con Japón a principios de los ochenta, cuando el mercado interno tiraba menos de las hormigoneras, por el primer puesto mundial como exportador de cemento. Por entonces salían de este país más de 10 millones de toneladas al año. En 2006 las ventas al exterior fueron de 1,1 millones de toneladas y el papel destacado de España estaba enmarcado en el ranking de los compradores, del que ocupa el segundo lugar con 12,7 millones de toneladas. Disminuir los pedidos al exterior, en la medida que caiga el mercado de la construcción es todo un alivio que puede amortiguar el anunciado aterrizaje forzoso. En la cuenta se incluye evitar despidos e incluso acrecentar márgenes pese a unas ventas menores. Pero eso también dependerá del precio del combustible y del flete marítimo.
Al cierre de 2007, la demanda de cemento en este país aún alcanzará un pico histórico en 56 millones de toneladas, con un crecimiento del 0,5% respecto a 2006. Será muy a pesar del enfriamiento del segundo semestre. A partir de aquí, las cementeras ponen los pies en el suelo y se preparan para una caída del 4% al 6% en la demanda en 2008.
Una vez aplicado el plan de choque, a los fabricantes les queda un cliente con posibles: 'Esperamos un crecimiento de la obra pública del 16% en 2008 y este es un cliente con necesidades intensivas', explicó en el balance del año Jean Martin Saint Léon, presidente de Oficemen. En caso de que finalmente el mercado merme tanto que falte hueco para todos, hay un último clavo al que agarrarse: un nuevo proceso de concentración en el sector.