Las burbujas y el margen de seguridad en la inversión
Todos los ciclos excesivamente largos de crecimiento económico y de revalorizaciones de los activos financieros generan burbujas o aumentos de precios no justificados por los fundamentales del negocio. Y, como las inocentes pompas de jabón que los niños hinchan en las ferias, terminan explotando ante la nariz cuando el continente se descose por una presión excesiva del mercado. La historia de la Bolsa no es sino una sucesión encadenada de hinchado y explosión de burbujas que convierte ilusoriamente a modestos capitales en ricos, para devolverles a su pobre condición cuando la estampida de los inversores pincha el globo.
El mercado tiene en la memoria el vertiginoso ascenso y dramático derrumbe de las puntocom, que en España convirtió a empresas gaseosas como Terra en paradigma del fenómeno; o la inmensa liquidez que movía el mundo hasta julio y ahora se ha esfumado. Hace pocos meses ha reventado la burbuja inmobiliaria, con Astroc como símbolo bursátil que ha anticipado que la actividad inmobiliaria como tal se desenvolvía también en una pompa de jabón. El Banco de España lleva años advirtiendo que las casas están sobrevaloradas en un 30%. Pero sólo ahora los mortales han echado cuentas y han dejado de pagar por ladrillos precios de oro.
Ahora, con la economía en franca alerta de desaceleración y con EE UU cerca de la recesión, algunos mercados bursátiles, el español entre ellos, siguen marcando máximos como si no pasase nada. Los valores que habían recibido el oxígeno de la ola inmobiliaria (promotoras, constructoras o bancos) han ajustado sus precios. Pero alguna otra burbuja debe haber en el mercado para que los máximos persistan, porque incluso las últimas salidas a bolsa se han acelerado considerando que el ciclo está ya maduro. Todo apunta a la energía renovable como otra enorme pompa que sobrevuela el mercado. Sólo un botón: ¿puede Gamesa, que únicamente hace generadores eólicos bien remunerados por el presupuesto, valer más que FCC? Cuesta creerlo.
El problema para los inversores no profesionales es identificar las burbujas, algunas invisibles incluso para ojos clínicos. Los maestros dan algunas pistas para esquivarlas. Warren Buffett siempre recuerda que no se debe invertir en un negocio que no se entiende, y su maestro, Benjamin Graham, aconsejaba huir de empresas que no abonen dividendo y que carezcan de margen de seguridad claro: que su precio sea muy inferior a su valor.