La aviación privada seduce a la clase media empresarial
El negocio de los jets particulares penetra en el mundo de las pymes y se aleja del lujo y de la exclusividad.
¿Quién no ha jurado en arameo frente al mostrador de una compañía aérea? ¿Quién no ha sentido sus derechos pisoteados mientras esperaba en una terminal un avión que no llegaba? Aquellos que transitan a menudo por los aeropuertos reconocen como cotidianas estas situaciones. Escenas que, según explica el director general de Aeromar, José María Espinosa Jiménez, son excepcionales en los vuelos con pequeños reactores y aviones privados.
Aeromar es una empresa que ejerce de consultora en el negocio de la aviación privada, hace de intermediario en las compraventa de jets privados y facilita a sus clientes las formas más fáciles para viajar de un punto a otro sin necesidad de pasar por las líneas convencionales. 'Somos un cajón de sastre', comenta su presidente. La compañía ha sido la encargada de sacar adelante el proyecto de Jet Ready, una empresa española de minijets y la primera que intenta trasladar el modelo low cost a la aviación privada.
'Gracias a Dios, los vuelos en jets privados ya no se asimilan al lujo y, finalmente, las empresas se han dado cuentas de las ventajas que ofrecen los pequeños aviones en términos de tiempo', dice Espinosa Jiménez. Aun así, reconoce que si bien las pymes se empiezan a interesar por esta forma de transporte, su penetración en este segmento aún es débil. Ello no impide que el sector haya crecido en los últimos siete años a un ritmo del 13%. Un dato excelente si tenemos en cuenta que el conjunto de la economía española no llega al 4%. 'Hace siete años volaban en España uno 60 aviones privados, hoy lo hacen unos 125 o 130', explica. Los vuelos de aeronaves privadas ya suponen el 6% del total.
El ahorro de tiempo que ofrecen los aviones privados es evidente. Si bien, como cualquier otro pasajero, el usuario de jets privados debe pasar los controles pertinentes y cada vez más embarazosos, los retrasos en vuelos privados son infrecuentes. Además, la media de ocupación es de 2,6 viajeros por aeronave, con lo que el embarque se realiza de forma ágil y rápida.
Jet Ready es la primera piedra de un negocio en ciernes. Aeromar asegura que la compañía ha llevado a España este nuevo concepto de low cost. La empresa trabaja en proyectos para desarrollar infraestructuras, 'seguras y fiables' y convertir aeródromos en aeropuertos adecuados para los jets privados. Ya sea instalando un sistema de luces, un estación radioeléctrica o un sistema de luces.
En cuanto el precio, el director general de Aeromar explica que en el caso de Jet Ready, el coste por hora de vuelo es de unos 1.400 euros, incluyendo tasas. Así, si en un avión viajan cuatro personas, el coste se reduce a 375 euros por pasajero. Algo menos de lo que cuesta el puente aéreo entre Madrid y Barcelona con Iberia.
A día de hoy, Aeromar está trabajando para poder operar por internet. De la misma forma que el usuario puede comprar un billete en la red con cualquier línea comercial, en el futuro también se podrán adquirir pasajes online de Jet Ready. Ello es posible porque los aviones son propiedad de la compañía.
En muchos casos, cuando un pasajero quiere utilizar un jet privado se debe buscar aviones cuyos propietarios los tengan en alquiler. El precio de un avión privado puede ir desde los 60 millones de dólares hasta los dos millones dólares.
1.000 metros para aterrizar
La ventaja de los pequeños reactores y de los aviones privados es que pueden aterrar en pistas inhóspitas. Un avión comercial precisa de, como mínimo, dos kilómetros de pista, mientras que un reactor puede aterrar en un pista de 1.000 metros. La rutas más demandadas, explica Aeromar, son las que unen capitales no principales con otras también secundarias. 'El cliente que debe visitar una fábrica en Castellón no quiere pasar por Valencia', explica Espinosa. Los jets privados juegan con esa ventaja frente a las líneas convencionales: pueden aterrizar en lugares más cercanos al destino final del cliente, reducen el tiempo de espera en las terminales del aeropuerto y cada vez ofrecen precios más competitivos. 'Las empresas han aprendido a medir económicamente el ahorro de tiempo que supone viajar en aviones privados', añade. La globalización y la internacionalización creciente de la empresa española beneficia a este tipo de aviación y aumenta la demanda. 'Es cierto que hay muchos medios de comunicación, pero el apretrón de manos y la negociación cara a cara es insustituible', apunta el director general de Aeromar.En este sentido, Aeromar dedica buena parte de sus recursos a estudiar las posibilidades de aterrizar en el punto más cercano del lugar donde debe acudir el cliente. 'Hace poco', explica su director general, 'estudiamos si era posible aterrizar en Cáceres, donde hay una pequeña pista de unos 900 metros. Analizamos el tipo de pista y luego buscamos el avión idóneo para aterrar en ese lugar. Somos gestores de vuelo', concluye.La Unión Europea y el tratado de Schengen ha beneficiado a este tipo de negocios pues ya no es necesario pasar controles de pasaporte y ello aumenta las posibilidades de aterrizar en distintos aeropuertos, por muy pequeños que sean.