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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Vivienda cierra las ventanas estadísticas

Dos ministras de Vivienda en lo que va de legislatura, dos formas distintas de hacer política, pero dos polémicas en torno al mismo asunto: qué hacer con la estadística de precios.

Es curioso que hasta que no se creó el Ministerio en 2004 y meses más tarde la propia ministra María Antonia Trujillo cuestionó públicamente dicha estadística, nadie se había planteado la necesidad de cambiarla. Y sin embargo, a partir de entonces ya no ha habido nunca consenso sobre si interesa seguir publicándola o es mejor pensar en hacer otra nueva.

Lo cierto es que Trujillo lo que hizo fue abrir la caja de los truenos al declarar que la estadística que había heredado no le gustaba y, por ello, había que cambiarla.

Cambios de metodología

Y esa sinceridad fue su principal error. Hasta el cambio de Gobierno en 2004, la estadística de precios de vivienda era elaborada por Fomento, pero no se difundía con calendario preestablecido como ahora. De hecho, la publicación del dato del cierre de 2003, cuando los precios crecían a un ritmo anual del 17%, se retrasó intencionadamente por el equipo del entonces ministro Francisco Álvarez Cascos hasta después de las elecciones.

El hecho de que Trujillo admitiera que no le gustaba la estadística, unido a unas polémicas declaraciones en las que anunció que el objetivo del Gobierno era hacer que bajaran los precios pesó después demasiado cuando se presentó en 2005 la nueva cara del índice de precios. Después de haber criticado tanto la metodología anterior, el equipo de Trujillo tuvo que desechar la idea de construir el nuevo indicador combinando la información procedente de tasadores, notarios y registradores. Los expertos explicaron que era imposible porque medían aspectos diferentes.

La reforma Trujillo consistió entonces en remozar la estadística cambiando la base y eliminando las tasaciones que superaran el millón de euros, iniciativa fuertemente criticada por el efecto amortiguador que ejerció sobre los precios. Los más críticos con esta maniobra vieron siempre una extraña coincidencia, casi milimétrica, entre la confirmación de que los precios por fin echaban el freno y el cambio de base de la estadística. El Ministerio siempre atribuyó el fin del boom a las nuevas políticas. Desde el sector se interpreta que ha sido el mercado y no la actuación pública quien ha propiciado la desaceleración de la demanda y, por ende, de los precios.

Tres años y medio después la situación ha cambiado bastante, empezando por los protagonistas y terminando con sus discursos. La nueva titular de Vivienda, Carme Chacón, insiste en el objetivo de situar el incremento de los precios en el entorno de la inflación y lanza un mensaje de tranquilidad: 'no habrá caídas bruscas'.

Los últimos datos publicados, relativos al tercer trimestre de este año en plena efervescencia de la crisis financiera, parecen adelantar que sí habrá descensos, de hecho en 16 provincias ya los hay en tasa trimestral, pero sólo el tiempo dirá si serán dramáticos.

Y de nuevo se comete el error de elegir este momento de incertidumbre para plantear la desaparición de la estadística de precios. La decisión está ya adoptada, falta por decidir qué hacer con la serie histórica que incluye valores medios del metro cuadrado. Porque otra opción que estudia el Ministerio es que sea el INE quien elabore esta estadística.

Así, dicho organismo publicaría dos estudios de precios inmobiliarios. El índice que le ha encargado Eurostat, que sólo facilitará tasas de variación, como si fuera un IPC con las transacciones inmobiliarias que contabilizan los notarios. Y la serie de precios que elabora ahora el Ministerio con cifras procedentes de las tasadoras. Preguntada la opinión al sector, se perciben dos corrientes bien diferenciadas.

Mientras los menos defienden que siempre es una mala noticia dejar de publicar una estadística, aunque sea manifiestamente mejorable; los más aplauden la iniciativa por las dudas que siempre plantearon los números que arrojan las tasaciones. No obstante, estos mismos entusiastas del cambio advierten que los valores aportados por los notarios tampoco son fiables al cien por cien. La preguntas que unos y otros se hacen son: ¿Para cuándo un estudio de precios con datos recogidos al pie de las promociones? ¿Acaso esta actividad no genera recursos suficientes como para hacerlo?

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