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Producto

La banca planta cara a los cheques restaurante con tarjetas recargables

La banca quiere competir con los cheques restaurante. Hasta siete entidades han sumado las tarjetas de uso exclusivo en hostelería a sus productos para empresas. Ya hay 100.000 plásticos circulando por la calle.

Las tarjetas restaurante ganan adeptos. Banesto ha empezado a ofrecer este servicio equivalente a los vales comida. La entidad que preside Ana Patricia Botín no es la única que explota este nicho de negocio De hecho, media docena de grupos ya trabajan en él. Se trata de BBVA, La Caixa, Banco Sabadell, Caixa Catalunya, RBC Dexia y Banco Cooperativo.

El grupo que preside Francisco González fue el primero en poner el producto en la calle, allá por 2002. Pero ha sido a partir de 2004 cuando estos plásticos han proliferado. Actualmente, cerca de 100.000 trabajadores asalariados tienen una de estas tarjetas en su cartera.

El mayor emisor es el Grupo Copel, con 58.812 unidades. Banesto se ha asociado con esta empresa, que también trabaja con Caixa Catalunya, RBC Dexia y Banco Cooperativo Español. Los plásticos con el sello de la compañía madrileña han movido en lo que va de año 45 millones de euros.

BBVA es otro de los principales actores del mercado. Cuenta con 35.000 tarjetas con las que se han desembolsado en el primer semestre 70 millones de euros. El Banco Sabadell trabaja en este negocio en colaboración con Menú Pass. Contabiliza 2.736 unidades emitidas, que en los primeros seis meses del ejercicio habían facturado 1,02 millones de euros. La Caixa rehusa facilitar datos concretos, aunque informa que cuenta con dos productos: una Visa restaurante de prepago y otra de crédito.

A pesar de que van cobrando importancia, las tarjetas restaurante todavía son secundarias si se comparan con los cheques. Este formato está dominado por tres empresas: Accor Services, Sodexho y Gourmet. Juntas distribuyeron el año pasado 82 millones de vales, equivalentes a 380 millones de euros, para 400.000 beneficiarios.

Los emisores de tarjetas defienden las ventajas de este formato. 'Los plásticos se aceptan en 250.000 establecimientos, frente a los 20.000 que permiten el pago con talones, y los restaurantes cobran en 48 horas en lugar de tener que esperar a final de mes', recuerdan en Menú Pass.

Las tarjetas se recargan mensualmente y no caducan. Además, evitan a los departamentos de recursos humanos de las compañías el engorro de distribuir vales periódicamente.

¿Hacienda? Se acata, pero no se cumple

Como en la América colonial, la ley se acata pero no se cumple. El nuevo reglamento del IRPF trata de poner fin a las subidas de sueldo encubiertas a través del dinero restaurante, una vía exenta de tributación tanto para empleados como para empresas. El Real Decreto 439/2007 indica que se pueden transferir nueve euros a cada trabajador cada día laborable, frente a los 7,81 euros de antes. ¿La contrapartida? El dinero debe utilizarse o desaparece.Los vales son terreno abonado para la picaresca, mientras que los plásticos restaurante permitirían controlar el uso que cada asalariado hace de las ayudas. Pero lo que exige la ley es difícil de aplicar. Cargar y descargar a diario las decenas de miles de tarjetas emitidas saturaría de trabajo a bancos y cajas. Además, cualquier hostelero considera engorrosa una mesa donde cada comensal quiere pagar con su tarjeta hasta un máximo de nueve euros -¡ojo con los menús más caros!- en lugar de depositar sus talones en un pago único y común.Por eso, cheques y tarjetas se usan igual. La gente gasta tanto dinero como quiere el día que quiere.

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