Una costa de cine
Entre el 20 y el 29 de septiembre se celebra la 55.ª edición del Festival de Cine de San Sebastián. Una ciudad arropada por playas que puso de moda la aristocracia cortesana desde finales del siglo XIX.
Una mujer de grandes ojos azules, sobre un mar glauco llena el cartel -del diseñador âscar Mariné- de un festival que incluirá retrospectivas sobre el cine nórdico más reciente y sobre el director estadounidense Henry King. Este año, se inicia una nueva etapa con la recuperación del Teatro Victoria Eugenia, una bombonera de aspecto rococó. Está frente al Hotel María Cristina, el más glamuroso, inaugurado en 1912 por la que había sido reina regente y reservado a las estrellas invitadas al festival. Isabel II había escogido San Sebastián para veranear, y lo mismo hizo luego María Cristina, quien acudió a la ciudad hasta su muerte -en 1929-, contribuyendo de forma decisiva a poner de moda San Sebastián y los baños de ola.
Si algo representa a la ciudad, a la manera de un símbolo, no es un monumento o edificio, sino la playa de la Concha, elegante y aristocrática como la élite que la 'descubrió'. Aunque poco o nada desmerecen las de Ondarreta y Zurriola, sus edecanes. Sin edificios notables -antiguos, porque los Cubos de cristal de Rafael Moneo, en el Kursaal, son ya todo un icono- Donostia basa su seducción en el mar. Alta gastronomía marinera, pintxos populares, regatas de otoño, paseos y perspectivas con el mar de protagonista. El Peine de los Vientos, conjunto escultórico de Chillida al final de Ondarreta, bajo el monte Igueldo, tal vez sea la imagen más potente para expresar la simbiosis de la gente donostiarra con su entorno.
Visita obligada
El final del verano tiene un encanto especial porque la tranquilidad permite otra mirada
Algo que puede apreciarse también en Chillida Leku es el recinto que el artista dispuso como hogar de su memoria, con cuarenta piezas escultóricas de todos los tamaños y texturas en el exterior, y otras más delicadas, junto con bocetos y dibujos, dentro del viejo caserío Zabalaga, convenientemente adaptado. Es una visita obligada, antes de proseguir viaje a Zarauz, una población capaz de plantarle cara a Donostia, al menos en cuestión de playas y elitismo.
La playa de Zarauz, con sus casetas de baño en telas de colores y el paseo marítimo amueblado por esculturas de valía -desde piezas de Oteiza a jóvenes promesas premiadas en una bienal extinta- es a la vez elegante y popular, animada últimamente por numerosas escuelas de surfismo.
También en Guetaria, más a poniente, se practica el surf con entusiasmo. El puerto pesquero al que arribó su hijo más ilustre, Juan Sebastián Elcano, tras completar la vuelta al mundo en 1522, es un remolino de terrazas y restaurantes en torno a la parroquia gótica del Salvador. Los amantes de la moda harán bien en visitar la Fundación Cristóbal Balenciaga, en el Parque Aldamar; el modisto era paisano de Elcano, claro está.
Otros dos museos importantes aguardan en la vecina Zumaia, la Casa de Ignacio Zuloaga y la del escultor zumarraia Julio Beobide. La de Zuloaga, abierta al público desde 1921, es un museo de primera, pues aparte de las obras y recuerdos del artista muestra algunos cuadros magníficos que pudo permitirse coleccionar -Greco, Goya, primitivos flamencos-.
Al este de San Sebastián, la costa guipuzcoana luce otro de sus pueblos más hermosos, Hondarribia. El casco antiguo amurallado tiene su Centro de Interpretación en el Polvorín, dentro del propio recinto, cerca de la Plaza de Armas y del Palacio de Carlos V, convertido en Parador. El Barrio de la Marina, con sus miradores de madera verde y geranios rojos, parece remedar los vistosos colores de la ikurriña.
Guía para el viajero
AlojamientoUn hotel tranquilo, amplio y cómodo, cerca de la playa de Ondarreta, es el Barceló Costa Vasca, recientemente remodelado con bastante gusto. Dispone de piscina, jardines y una cocina de prestigio (Avda. Pío Baroja, 15, +34 943 317 950, costavasca@barcelo.com, desde 99 euros). En Zarauz, el hotel del famoso Carlos Arguiñano, emplazado en un viejo palacete de piedra rehecho, es referencia obligada, sobre todo por su nueva cocina vasca (Mendilauta 13, 94 3130000).
ComerEn San Sebastián, se encuentran dos de los grandes santuarios gastronómicos del norte con una cocina, también, de cine: en Arzak (Alto de Miracruz, 21, 943 278465) el maestro Juan Mari Arzak combina la innovación, la elegancia y la tradición; en Akelarre (Paseo del Padre Orcolaga, 56, 943 212052) Pedro Subijana, quien consigue un enfoque muy personal y original. En Zarautz, el comedor del hotel de Carlos Arguiñano completa un trío de ases.