La palanca mágica
Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo. El efecto de la palanca es de las primeras cosas que se enseñan cuando en los planes de estudio aparece la palabra 'Física', y la citada frase, atribuida a Arquímedes, es la forma gráfica de explicar este concepto a generaciones de escolares. En el mundillo financiero el concepto es similar, con un punto de apoyo se puede mover el mundo.
Los hedge funds de Bear Sterns que invertían en títulos hipotecarios de alto riesgo convirtieron, gracias al mágico efecto de la palanca inversiones por valores de 638 millones de dólares en posiciones valoradas en 16.000 millones. Un verdadero maná que saciaba el apetito por la rentabilidad de operadores y gestores de carteras en esta época de abundancia de capitales.
La parte mala de aplicar a las inversiones un multiplicador de 25 veces -es lo que resulta de dividir 16.000 por 638- es que se está invirtiendo un dinero que no se tiene, pero que sí se puede perder si las inversiones fallan. Y cuando el efecto palanca es de 25 veces, el margen de error es muy, muy escaso.
La crisis subprime ya se está reflejando en los mercados de deuda, que ahora exigen algo más de dinero a cambio del riesgo, y sobre todo en la menor actividad de titulización de deudas. Además de las turbulencias -tímidas, pero turbulencias- de los mercados en las últimas semanas.
Pero quizá la mayor lección de las subprime no sea la pérdida total de valor de unos títulos que se califican ya como 'radioactivos' por su capacidad de contaminar con su mera presencia. La mayor lección es, o debería ser, que la palanca sirve para multiplicar rentabilidades, pero también para multiplicar riesgos cuando el ansiado punto de apoyo, ése desde el cual se puede mover el mundo, falla. Ahora que tan de moda está glosar las bondades de hedge funds o capital riesgo, no está de más recordar a Arquímedes.