El elixir de la eterna juventud
Los científicos se alarman ante el boom del consumo de testosterona en Europa. Es la píldora milagrosa para una sociedad que se niega a envejecer.
La vida cansa. Y la tentación de tomarse un cóctel multihormonal que cure los males del paso del tiempo es grande. ¿Doping a niveles populares? A pesar de sus graves efectos secundarios, cada vez más hombres toman testosterona y la hormona dehidroepiandrosterona (DHEA) para conservarse. 'La industria farmacéutica intenta convencer ahora a los hombres de sus efectos milagrosos y se está beneficiando del nuevo boom de las píldoras para el amor, el deporte y el trabajo', dice el diario alemán Süddeutsche Zeitung.
En 2006 se vendió testosterona por 18 millones de euros en Alemania, lo que implicó un incremento del 12% respecto a 2005. 'A largo plazo pensamos crecer en este ámbito', dice la portavoz de la berlinesa Schering (del grupo Bayer), Astrid Kranz. Los colosos farmacéuticos están apostando fuerte por los medicamentos antienvejecimiento. 'Un negocio de dinero fácil', afirma el doctor José Luis Guijarro, jefe de endocrinología del hotel médico Incosol, de Marbella.
'La disminución de la testosterona causa la crisis de edad mediana en los hombres y usted puede olvidarse de los problemas de la andropausia tomando nuestras cápsulas ...', afirma un fabricante en internet, prometiendo 'vitalidad, alegría y energía sexual'. Hoy se va a los institutos que ofrecen estas terapias 'como si se fuera a la esteticista', dice el médico endocrino berlinés Manfred Ventz.
Los especialistas de la clínica Berliner Charité opinan que los tratamientos antienvejecimiento hormonales son una gravosa tomadura de pelo y, en el peor, un gran riesgo sanitario. 'Quien apueste por una larga vida no debería someterse, sin justificación médica, a este tipo de terapias', afirma Manfred Ventz, de Berliner Charité. A la misma conclusión llega el investigador Mitchell Harmann en un estudio realizado para Kronos Longevity Institute en Phoenix (EE UU).
'El culto a lo joven registrará un mayor auge porque en el futuro habrá más viejos', dice Karl Grammer, fundador y director científico del Instituto Ludwig-Boltzmann de Etología urbana de la Universidad de Viena.
El doctor José Luis Guijarro, de Marbella, confirma esa nueva neurosis y la llegada a Europa de la histeria antiaging importada de EE UU. También apunta a los efectos secundarios severos de 'los tres pilares de los tratamientos antienvejecimiento más agresivos: la testosterona, la DHEA, y la HGH.
Se trata de tres hormonas. La primera (y sus derivados, como los anabolizantes) se utiliza para enfrentarse al Síndrome de Adam (andropausia, la menopausia masculina), al hipogonadismo masculino de la edad y a la disfunción eréctil. La segunda, una hormona masculinizante, se vende para mejorar el tono vital; y la tercera y más peligrosa de todas (según Guijarro), la HGH u hormona del crecimiento, también atesora efectos anabolizantes.
La administración no justificada de cualquiera de ellas provoca efectos perjudiciales severos, desde insuficiencia hepática hasta crecimientos tumorales. Sin embargo, según la industria farmacéutica, uno de cada tres hombres sufre bajo los efectos de un déficit de testosterona. Y sugiere que los preparados hormonales permiten amortiguar los efectos del paso del tiempo por sus efectos anabólicos (aumentan la masa muscular y disminuyen grasas). ¿Cansancio y problemas de cama? 'También muchos médicos atribuyen estos síntomas a una falta de testosterona', afirma el especialista Martin Fassnacht, de Würzburgo.
Ronald Klatz, presidente de la Unión americana de Medicina antiaging A4M, reconocía hace poco en un programa radiofónico de Deutschlandradio que se toma 60 pastillas diarias. 'Sí, 20 con cada comida. La mayoría: minerales y vitaminas; pero también hormonas, antioxidantes, ácido acetilsalicílico (aspirina) y un medicamento para reducir lípidos'.
En forma de inyección, parches o geles, los preparados hormonales prometen vitalidad. Los clientes del Instituto Antiaging de Michael Klentze en Múnich están dispuestos a pagar hasta 1.700 euros por una cura de testosterona. 'Muchos vienen sin tener ningún tipo de síntoma o molestia', afirma Klentze. Secretario general de la Sociedad Europea de la Medicina Antienvejecimiento, la clientela de Klentze está conformada por hombres y mujeres en torno a los 50 años, 'y muchos ejecutivos presionados.' Klentze defiende la administración de testosterona y de la hormona DHEA en tratamientos de choque, en los que combina también un plan de alimentación con actividades deportivas.
Hacerse viejo es algo inevitable
A partir de los 30 años, el nivel de testosterona desciende casi un 1% al año. 'Pero no es necesaria ninguna terapia', afirma Manfred Ventz. 'Además los tumores de próstata reaccionan ante esta hormona masculina. Es muy probable que los productos que contienen testosterona activen células cancerígenas. También perjudican al hígado.'Según el profesor Eberhard Nieschlag, director del Instituto de Medicina reproductiva de Münster, sólo el 7% de los hombres entre 50 y 60 años presentan un bajo nivel de testosterona. Lo mismo les pasa a uno de cada cinco entre 60 y 80 años y a uno de cada tres de más de 80 años. Los síntomas: abatimiento, depresión, disfunción eréctil, anemia, pérdida de masa muscular, aumento de peso y osteoporosis. Lo que no quiere decir, por ejemplo, que los problemas sexuales se deban a la testosterona. 'La causa más frecuente son cambios en el sistema vascular', apunta la Sociedad Endocrina alemana. 'El tabaco, el sobrepeso y el moverse poco influyen mucho más en la libido de lo que se piensa' concluye Marcus Quinkle, endocrino de Charité.Por eso Nieschlag reitera: 'Muchas de las promesas de la medicina antiedad son sólo hipótesis para ganar dinero'. Para el endocrinólogo belinés Christian Strasburger, los especialistas en medicina antienvejecimiento 'venden caras las pautas de vida sana que todos conocemos'. 'A pesar de la elevada presión social en torno al envejecimiento, no tenemos otras soluciones que las lógicas y las razonables', concluye el doctor José Luis Guijarro. Y la vida seguirá cansando.
Busque en sus padres
Para el genético holandés Rudi Westendorp, el envejecimiento no es una enfermedad que haya que tratar. Tampoco se puede parar. A la pregunta de qué hay que hacer para vivir más, contesta: 'Busque en sus padres; sobre todo a su madre'. La longevidad materna es uno de los mejores puntos de partida para poder vivir durante más tiempo. Y añade: 'muévase y vigile lo que come'.Según Westendorp, la longevidad tampoco dependerá de las terapias antiedad del futuro. 'El factor suerte en la longevidad es más importante de lo que la gente piensa. Todos conocemos gente que ha bebido y fumado mucho y, a pesar de ello, alcanzó los 80 años ¿Cómo es posible? ¡Tuvieron suerte!'.El catedrático de Geriatría de la Universidad de Leiden investigó a 500 parejas de hermanos holandeses que vivieron más de 90 años. Las comparó con la de sus cónyuges, hijos y las parejas de éstos. La mortalidad de éstos era un 30% inferior a la de la media de la población y de sus parejas.