Umbral de dos continentes
El festival Francofolies, durante el mes de julio, reúne en La Rochelle a músicos de todo el mundo e invita a conocer la faz atlántica más pictórica y aventurera de Francia
A escasos kilómetros del estuario del Charente, La Rochelle es una ciudad sencillamente deslumbrante. Construida sobre escollos a flor de agua (de ahí el nombre, rochelle) en la Edad Media, ha cautivado a todo el mundo. A pintores como Corot, Signac, Marquet y otros paisajistas. También a los escritores: Rabelais la cita en su Pantagruel; el ingeniero militar Choderlos de Laclos escribió sus Liasons dangereuses (Las amistades peligrosas, 1782) novelando su propia peripecia en el acantonamiento local; Guy de Maupassant describe su ambiente en L'æpermil;pave (1886) y Georges Simenon se sentaba en la terraza del Café de la Paix, frente a comisaría, para despertar su inspiración.
Algunos la tildan de rebelde, porque siempre ha sacado los pies del tiesto: fue la primera comuna de Francia que tuvo alcalde (¡en 1199!); cuando toda Francia era católica, ella era refugio de protestantes; y cuando la mayoría de los franceses se miraban el ombligo y la peluca, La Rochelle miraba a la Nouvelle-France (Canadá) y a las Antillas. Mandaba de todo a las colonias, porque de todo necesitaban; al regreso, como los barcos no podían navegar sin lastre y lo que traían de vuelta eran pieles ligeras, llenaban las bodegas con piedras ultramarinas, que son las que adoquinan ahora las calles de La Rochelle como lustrosos meteoritos.
Es ciudad emprendedora y optimista. Empezó con el Vieux Port (auténtica sala de estar) y ahora tiene cuatro puertos, uno de ellos (Les Minimes) es el mayor atraque deportivo de Europa. Desde 1993 posee universidad, la más reciente de Francia. La calidad de vida y la alegría de vivir saltan a la vista; imposible encontrar una mesa libre, al atardecer, en alguna de las terrazas en torno al Vieux Port. Y no es que sean tantos vecinos, apenas 80.000; pero disponen de diecinueve museos, un Ayuntamiento renacentista, catedral neoclásica, palacetes de ricos comerciantes y festivales célebres, como las Francofolies (en julio), y el festival de jazz de octubre.
Tiene más de lo que salta a primera vista, ya se trate de casas del siglo XV, o barrios recién diseñados (como Le Gabut, fantasía colorista de un arquitecto danés). Lo importante es impregnarse de su optimismo contagioso, del hambre de futuro que parece roer las tripas a esta joven rebelde.
Para entender mejor la vocación atlántica de esta costa, conviene descender por el Charente hasta su desembocadura, junto a lo que en el siglo de oro francés no era más que un poblacho: Rochefort. Un ministro de Luis XIV, Colbert, decidió instalar allí un puerto militar y unos astilleros con los que hacer frente a la arrogancia naval de los ingleses, y encarar los desafíos del Nuevo Mundo. De allí salió La Fayette rumbo a América, en 1780, a bordo de la fragata Hermione. El Arsenal cerró en 1926, pero sigue acaparando las visitas de quienes acuden a la ciudad. Ahora es un barrio de ocio en torno a la Corderie Royal, junto a la cual se está reconstruyendo, a la antigua usanza, la Hermione de La Fayette (se puede ver cómo trabajan). Otra visita obligada es la Casa-museo de Pierre Lotti, oficial de marina que viajó mucho y escribió más, convirtiéndose en un clásico de novelas y libros de viajes.
Guía para el viajero
Cómo ir: Se puede volar hasta París con Air France (www.airfrance.com, www.airfrance.es) o Iberia (www.iberia.com) hasta París y desde la estación de Montparnasse tomar el tren de alta velocidad TGV Atlantique que une París con La Rochelle (www.tgv.com); desde la estación de París Austerlitz hay también trenes expresos que llevan a La Rochelle y a Rochefort.Alojamiento: Hotel La Monnaie (3 rue de la Monnaie, tel. 33 5 46506565, www.hotel-monnaie.com), cómodo, asequible, muy céntrico y con aparcamiento propio. Résidence de France, de la cadena Châteaux et Hotels de France (43 rue du Minage, 33 5 46280600, www.hotel-larochelle.com) tal vez sea el más elegante. Para presupuestos ajustados, Ibis cuenta con varios establecimientos (www.ibishotel.com).Comer: André (5 rue St-Jean du Pérot o Place de la Chaîne -tiene dos entradas-, tel 33 5 46412824, www.bar-andre.com), toda una institución, con más de medio siglo de servir mariscos, también insuperable el pescado, conviene reservar aunque es inmenso y tiene terraza en la plaza que da a las torres del puerto.