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Roberto Medina

'Los empresarios deben ser más solidarios'

Llevó a Frank Sinatra al estadio de Maracaná en Río de Janeiro en 1980. Quiso demostrar al mundo que Brasil podía entrar a formar parte del circuito musical internacional. Lo soñó y en 1985 se creó el mayor festival de música y entretenimiento

Tiene 30 años de experiencia empresarial y un secuestro a su espalda. Roberto Medina nació en Río de Janeiro hace 59 años dentro de una familia de empresarios, castigada por la dictadura, y a la que él quiso devolverle el esplendor perdido. De su secuestro asegura que salió reforzado y con un planteamiento más sencillo de vida.

¿Ha sido difícil trasladar la idea y el concepto de Rock in Río a España?

En España la situación es diferente que en Brasil, donde hay que estar ideando constantemente para sobrevivir. En España hay más presencia de servicios de Estado y la economía privada está más asentada. Llevo cinco meses trabajando aquí y me siento muy a gusto, aunque los tiempos son distintos. En Brasil somos más románticos y pausados, aquí es todo mucho más directo. Tengo la suerte de trabajar con un producto diferente a todo lo que se hace.

¿Por qué es un producto distinto?

Porque lleva la bandera del rock y conlleva un comportamiento joven, pero se trata de un programa para toda la familia. Lo que vamos a hacer durante el festival es tener un día temático para cada miembro de la familia. También es un proyecto de marcas, tenemos inversiones de grandes compañías por un año de duración. El compromiso es a largo plazo. No se invierte en un sólo concierto, se invierte en un concepto. Además el retorno siempre es mayor. Lo han entendido muy bien en Portugal, donde se celebra Rock in Río y donde la economía es ocho veces menor que en España, pero en cambio hemos conseguido una gran inversión. En Brasil tenemos una inversión de 68 millones de euros, y cuando celebramos el evento el país se paraliza. Somos la mayor marca de entretenimiento en mi país y en Portugal. Prueba de ello es que los anunciantes siempre repiten.

Usted tiene un concepto muy amplio de la comunicación.

Siempre me ha gustado hacer una comunicación abierta. En una ocasión, me encargaron una campaña publicitaria para rejuvenecer una marca de cerveza, y nada mejor que patrocinar un concierto porque a un evento de este tipo el 49% de la gente no va a escuchar al cantante, va a divertirse.

¿Se considera un visionario?

No sé lo que soy. Antes la gente pensaba que era un loco, hoy tengo la certeza de que lo soy. Lo que si creo que tengo es un punto diferente y que si tengo un sueño y me propongo hacer algo no paro hasta conseguirlo. En 2001 me planteé no volver a hacer más ediciones de Rock in Río porque ya había cumplido mi objetivo, pero no podía parar y pensé que podía hacer un proyecto con visión social y colaborar para conseguir un mundo mejor. Había que introducir a mi país en el circuito musical internacional porque además de atraer a artistas de todo el mundo, podía atraer empleo y turismo. Satisfecho el primer impulso quedaba por hacer una labor social. Más de 3.200 jóvenes pudieron terminar la enseñanza obligatoria en el centenar de aulas creados por la ONG Viva Río. Tenemos la manía de criticar a los gobiernos, pero la sociedad y las empresas hacen poco.

¿Quiere decir que los empresarios son poco solidarios?

Siempre se puede hacer más. Desde nuestra posición tenemos la posibilidad de cambiar el mundo con nuestra actitud. No se trata de filantropía, se trata de que las empresas que ganan mucho tengan la obligación de contribuir a la sociedad con una parte. Hay que sentirse capaz de hacer cosas. Por ejemplo, yo hablé con las iglesias en Brasil para que a las seis de la tarde cuando empezara el concierto tocaran las campanas y se guardaran tres minutos de silencio. Lo conseguí. Yo me siento capaz de hacer lo que sueño.

Eso tiene mucho mérito.

Intento ser perseverante. No me conformo cuando oigo la palabra no. Yo necesito tener la visión de todo el proyecto y tengo que conseguir lo que me propongo. Me gusta hacer las cosas, no pedirlas y siempre procuro buscar emociones. El problema es que los ejecutivos, hoy día y debido a las nuevas tecnologías, no saben hacer las cosas por ellos mismos. Los directivos están muy especializados y no tienen una visión generalista. Lo que les falla es la capacidad para hacer cosas.

'Cuando me secuestraron no pensaba en la riqueza'

Sabe lo que es trabajar con estrellas de la música, es difícil gestionar tanto ego?Lo que hago es utilizar la psicología, ser cuidadoso con el trato con las personas. De lo que me preocupado ha sido de profesionalizar el mundo de la música, como si fuera otro sector. Cuando estaba organizando Rock in Río me decían que los cantantes llegaban cuando querían, algo que me sorprendió porque todos tenemos unos horarios que cumplir.Cómo obligó a los cantantes a que se rigieran por el horario establecido?La víspera del concierto organicé una cena en mi casa. Y les conté a los artistas la situación. Yo les prometí un gran escenario y todas las comodidades, pero también les dije que me habían contado que no cumplían los horarios. Les recordé que yo había pagado el 30% de su caché, y que el 70% restante no estaba dispuesto a pagarlo si se retrasaba el concierto. Lo cumplieron. Lo importante es tener seguridad en uno mismo y mostrarse firme. La música se está profesionalizando, aunque los organizadores tenemos que entender que la sensibilidad de un genio es diferente, puede tener un tratamiento diferente, pero no puede quebrar el sistema. Al final del día todos los profesionales, incluidas las estrellas, tienen que ofrecer resultados.Cree en el fenómeno de la globalización?Por supuesto. Tengo una empresa mixta en Brasil y Portugal, ahora quiero hacer un evento musical cada dos años en España. También estoy pensando en Italia y en otros países. Primero hay que tener el modelo y luego intentar globalizarlo, aunque los efectos de la globalización son positivos y negativos.Vivimos a una velocidad impresionante y la calidad de vida antes era mejor porque ahora perdemos mucho tiempo procesando información. Además siempre queremos más, no somos felices con nada. Antes se compraba un coche y para toda la familia era un fiesta. Tenemos que volver a reivindicar las cosas simples, las flores, la naturaleza. Fui secuestrado en Brasil en 1991 y no pensaba en la riqueza, pensaba en mis hijos y en las flores.

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