El nuevo Tratado de la UE nace marcado por la división de los socios comunitarios
La Unión Europea pactó el sábado la reforma de las instituciones comunitarias 'con el fin de aumentar la eficacia y legitimidad democrática de la Unión ampliada y la coherencia de su acción exterior'. El encomiable esfuerzo recogido en la conclusiones del Consejo Europeo nace, sin embargo, marcado por las profundas divisiones entre los 27, puestas de manifiesto en dos agrias jornadas de cicatería y trapicheos en las que Varsovia llegó a echar en cara a Alemania los muertos provocados por la invasión nazi de Polonia.
'No ha sido fácil', reconocía en rueda de prensa la canciller alemana, Angela Merkel. 'Pero lo importante es que el acuerdo supone un progreso que permitirá a la UE actuar'. Sobre la mesa de negociación yacía un maltrecho texto que servirá de base para la quinta revisión en profundidad del Tratado firmado en Roma en 1957.
Las principales novedades son la figura del presidente de la Unión (con un mandato de dos años y medio renovable una vez), la fusión de los servicios de política exterior de la Comisión y del Consejo europeo bajo el Alto Representante (cargo ocupado por Javier Solana) y la supresión del derecho de veto en decenas de materias, desde política judicial a inmigración.
'Podía haber habido más cambios', concedía el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. 'Pero en Europa se avanza paso a paso'. Esta vez, sin embargo, Bruselas aspiraba a dar una zancada hacia la dimensión política del club. Pero el creciente euroescepticismo de los países fundadores y la desconfianza de los socios recién ingresados acabó con esa ambición.
Tras sacrificar toda la parafernalia simbólica de la frustrada Constitución, Berlín tuvo que aceptar que se aplazase hasta 2017 la entrada en vigor del nuevo sistema de voto, proporcional a la población de cada país.
Los gemelos Kaczynski se apuntaban así una brutal victoria diplomática que en Polonia ha sabido casi a revancha histórica contra Alemania. Con un plazo tan largo, cabe preguntarse si alguna vez llegará a aplicarse el mecanismo que debía 'aumentar la legitimidad y eficacia de la Unión'.
Un paso hacia un callejón sin salida
La UE avanzó el sábado un pequeño paso, aunque quizá sea para adentrarse en un callejón sin salida. Los 27 negociaban abrumados por la necesidad de evitar unos referendum que la causa europea parece incapaz de ganar. Al mismo tiempo, las exigencias de tantos Estados (y pronto pueden ser más de 30) sólo deparan acuerdos de mínimos y de dudosa legitimidad. 'El fracaso de la cumbre nos enseña que las reformas no pueden depender de regateos secretos ni de un proceso impredecible de ratificación', señaló Jan Seifert, presidente de la organización Jóvenes europeos federalistas (JEF). 'El veto debe abolirse y los Tratados deben entrar en vigor cuando los ratifiquen 2/3 de los Estados'.