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CincoSentidos

Las figuras justifican su estatus en San Isidro

El Juli, Castella y Morante de la Puebla firmaron las mejores tardes en el albero

La feria de San Isidro estaba planteada como una gran partida de ajedrez, en la que por un lado competían las figuras del toreo y, enfrente, los toreros de la nueva generación. Unos dispuestos a mantener su privilegiada posición y los otros a tomar la primera fila al asalto. Los resultados de los primeros abonos del año hacían presagiar que la feria de Madrid iba a ser el escenario de una intensa rivalidad taurina.

Finalizadas las ferias de San Isidro y del Aniversario, la primera conclusión que se extrae es que estos treinta días ininterrumpidos de toros han supuesto una seria criba entre muchos de los aspirantes al trono del toreo; la segunda es que las figuras no han cedido ni un milímetro. El duelo no ha quedado en tablas, pero sí podría afirmarse que unos han avanzado sin obligar a los otros a retroceder.

Y el primero de todos los que han mantenido ha sido El Juli, que ha salido reforzado de Madrid. Su excelente faena al toro Cantapájaros ya ha quedado entre las mejores que se han realizado en los 76 años de historia de Las Ventas. Y lo mismo puede decirse de Sebastián Castella y de Morante de la Puebla. El diestro francés ha cortado cuatro orejas, ratificando que su presencia en la primera fila es ya un hecho incontestable; por su parte, Morante firmó en la Corrida de Beneficencia una tarde intensa y bellísima, cargada de tintes dramáticos. Su desgarrada e inspirada faena al sexto toro, tras resultar herido en la frente por el quinto, significó una de las cumbres de la temporada madrileña. Morante no salió a hombros, algo que sí pudieron hacer El Juli y Castella (el madrileño por primera vez como matador de toros y el francés por vez primera en su vida), pero su consideración entre los aficionados subió como la espuma. También abrió la puerta grande de Las Ventas Matías Tejela en su primera actuación, pero no ratificó en las siguientes lo mucho que había ganado ese día.

A este grupo de grandes triunfadores le sigue el de los toreros jóvenes que, si bien con menos rotundidad, también firmaron buenas actuaciones. Ahí hay que situar a José María Manzanares, que ha confirmado la excelente marcha de su temporada; y también al francés Juan Bautista, otra de las grandes sensaciones del abono. Uceda Leal aprovechó su oportunidad y cortó una oreja que debe relanzar su carrera. Sin obtener trofeos, de San Isidro salen con buen pie Rafaelillo e Iván Vicente.

No puede decirse lo mismo de otros jóvenes, de los que se esperaba más rotundidad, como Eduardo Gallo, Curro Díaz, El Capea, Salvador Cortés y, entre otros, Sánchez Vara.

Cuando el toro es mejor que el diestro

En San Isidro han embestido muchos toros, y no todos han sido aprovechados. Algunos de los mejores, como Rabosillo, de Palha, e Inestirado, de Martelilla, lidiados por Sánchez Vara y Eduardo Gallo, respectivamente, se fueron al desolladero con las mismas orejas con que habían llegado a la plaza. Por su calidad, éstos y otros toros han sido un cheque en blanco que, lamentablemente, se ha ido sin cobrar. No es fácil que en Madrid embista un toro por derecho, y no aprovecharlo es una oportunidad perdida.El abono de Madrid ha supuesto, además, el fracaso del torismo (Escolar, Dolores Aguirre, Cuadri, Conde de la Corte y Adolfo Martín), y el triunfo de las ganaderías encastadas, como Victoriano del Río, Núñez del Cuvillo y Victorino Martín.Finalmente, una grata noticia es que los mejores toros del abono han pertenecido a un catálogo muy variado de procedencias: Domecq, Atanasio, Lisardo, Núñez, Ibán y Saltillo.

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