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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un insulto a la inteligencia

El comunicado emitido en la madrugada de ayer por ETA es un insulto a la inteligencia que merece sólo el desprecio y la condena. Pocos días después de las elecciones del 27-M, con las fuerzas de seguridad en alerta, tras una nueva oleada de cartas de extorsión a empresarios y, sobre todo, a cinco meses del atentado de Barajas en el que mató a dos personas, la banda terrorista dice ahora dar por roto el 'alto el fuego permanente', que anunció hace 14 meses, para 'actuar en todos los frentes'.

El comunicado es también alarde de estulticia, pues tras usar como argumento los 'miles de votos' que, supuestamente, apoyan sus planes macabros sostiene que las elecciones del 27-M carecen de legitimidad. Pero es, sobre todo, un gran error que desperdicia la posibilidad de dejar las armas y dar una oportunidad a la paz.

La reacción de los terroristas no es una sorpresa, sino la constatación del carácter cada vez más atávico de la única banda terrorista que queda en Europa y de su afán por anclar el País Vasco y sus ciudadanos, y muy especialmente a sus empresarios, a la violencia, el chantaje, la amenaza y la extorsión, es decir, al terror, con el único objetivo de que no avancen hacia la modernidad y el futuro.

Sólo así se pueden entender las nuevas remesas de cartas de extorsión denunciadas la semana pasada por los empresarios. Los mismos que aseguran que la 'tregua' no ha existido nunca desde la óptica empresarial porque a muy pocos días de su declaración quedó demostrado que la extorsión seguía, continuó en todo 2006 y se intensificó en las últimas semanas de 2007.

Se plantea la duda de cómo puede afectar este cambio a las expectativas electorales y al clima de confianza económica. Lo primero no es posible saberlo hoy. Además, al argumento de que el Gobierno de Zapatero queda debilitado a un año de las elecciones legislativas se puede enfrentar la lectura que hagan los votantes de la instrumentalización que el principal partido de la oposición ha hecho de la lucha antiterrorista como principal argumento los tres últimos años.

En cuanto al clima económico, no son previsibles cambios. Los ciudadanos están a gusto con la Administración económica del Gobierno, pero no perderían su confianza con un hipotético cambio en el poder.

Este giro de los acontecimientos ha servido también para ratificar cómo los mercados ignoran el terrorismo de ETA. Sus acciones no han modificado la evolución de los mercados ni lo harán de manera determinante, como un aprueba más de lo anacrónico e injustificable de la lacra terrorista.

Es posible y hasta probable que la vesania terrorista se vuelva a mostrar en forma de atentado. Los ciudadanos han de estar preparados para ello. Pero es obligación irrenunciable de sus representantes hacer un frente único contra la violencia. El Gobierno y la oposición están obligados a recomponer sus relaciones en la política antiterrorista, y el resto de los partidos democráticos a empujar en la única dirección posible: contra el terror. De no ser así, los ciudadanos se lo reclamarán en el corto plazo y la historia se lo reprobará para siempre. Porque, una vez más, hay que recordar que la paz es la mejor inversión para Euskadi, para el resto de España y para todos sus ciudadanos.

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