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Prueba piloto

Ordóñez elige a ocho entidades para ensayar la nueva norma de capital

El Banco de España ha designado a ocho entidades financieras con un perfil de riesgo muy dispar para ensayar las posibles dificultades que tendrá el sector al aplicar las nuevas exigencias de capital de Basilea II. Santander, BBVA, La Caixa, Caja Madrid, Pastor, Caja Segovia, Caixa Terrassa y la Caja Rural de Toledo son las elegidas.

El Banco de España considera que la implantación de los nuevos requisitos de capital que impondrá Basilea II suponen 'el desafío regulatorio más importante que han de afrontar las entidades de crédito' en estos momentos.

Esta norma internacional entra en vigor en 2008, pero su impacto será tan importante en el cálculo de los recursos propios de la banca, que el supervisor ha decidido ensayar con ocho entidades financieras las posibles consecuencias de su aplicación. Todas ellas muy dispares entre sí, con un perfil de riesgos muy distintos.

A diferencia de otras ocasiones, la elección de estas entidades ha partido del supervisor.

Con esta prueba piloto el Banco de España realizará una guía o libro de ruta sobre cómo aplicar Basilea II, y más en concreto, el Pilar 2 relativo a cómo las entidades financieras deben distribuir su capital según su perfil de riesgo.

El objetivo es tener una visión global de todo el espectro financiero español, y adaptar dicha guía a las entidades para que les sea más fácil, si es posible, que autoevalúen sus riesgos y requisitos de capital. El supervisor ya tiene un primer borrador de este informe, pero necesita 'pulir y consensuar sus contenidos' con el sector, explican en el Banco de España.

Santander (incluido Banesto), BBVA, La Caixa, Caja Madrid, Pastor, Caja Segovia, Caixa Terrassa y Caja Rural de Toledo han sido las entidades seleccionadas, algo que para algunas puede ser un privilegio, pero para otras ha sido un trastorno.

La complejidad de la aplicación del Pilar 2 y el calendario tan apretado que les ha impuesto el Banco de España para llevar a cabo las pruebas, ha trastocado en varios casos sus ritmos habituales de trabajo, confiesan fuentes de estas entidades.

El supervisor envió una carta a cada uno de los seleccionados a mediados de abril. Y ya el 7 de junio, tras conseguir un aplazamiento de una semana, este elenco de entidades deben presentar sus cálculos de capital en función de su cartera de riesgos con datos de cierre de 2006.

Si la institución que gobierna Miguel Ángel Fernández Ordóñez, considera que alguna de las autoevaluaciones son incorrectas será ella la que fije el recargo de capital que debe aplicar la entidad financiera en cuestión.

El Banco de España reconoce que el Pilar 2 'es el menos desarrollado' de todo el acuerdo de Basilea (tiene tres pilares). Por esta razón es por la que los supervisores internacionales han creído conveniente establecer unas guías que sirvan de orientación a las entidades. El subgobernador del Banco de España, José Viñals, ya ha comentado públicamente que la elaboración de esta guía 'no es tarea sencilla'. El Pilar 2 afecta por igual a las entidades y a los supervisores. En él bancos, cajas y cooperativas deben evaluar no solamente los riesgos contemplados en el Pilar I, correspondiente al riesgo de crédito, sino también todos aquellos que sean potencialmente significativos para su actividad. Este es el caso de los riesgos de tipo de interés, de concentración, liquidez, reputacional, negocio, estratégico, tecnológico, o de cumplimiento normativo. Para hacerlo las entidades tienen que disponer de un proceso que identifique, mida y agregue todos sus riesgos, para determinar el capital necesario para cubrirlos.

Una experiencia en marcha

El Banco de España trabaja desde el pasado año con Santander (incluido Banesto), BBVA, La Caixa, Caja Madrid, Popular, Sabadell, Bankinter y Caixa Catalunya para calificarles sobre una de las patas de Basilea II, el relativo al nuevo sistema IRB (Internal Ratings Based Approach), el más avanzado que establece la nueva norma de capitales. Estas ocho entidades han solicitado al supervisor que les homologue sus sistemas de control de riesgos para poder ser ellos mismos los que calculen sus necesidades de capital sólo para los riesgos de crédito. Estas entidades han sido las primeras en decidir someterse al IRB. Pero varios bancos, y alguna caja, esperan que en breve el supervisor amplíe el número de entidades que puedan someter sus sistemas de gestión de riesgos a la aprobación del supervisor. De momento, las pioneras presentaron en marzo sus primeros cálculos, realizados con datos de 2006. En agosto remitirán su segunda experiencia con los resultados del primer semestre. La prueba finalizará en febrero de 2008, en la que entregarán sus cálculos con cifras del ejercicio precedente.

Una guía con dos alternativas

El denominado Pilar 2 de Basilea es, según los expertos, el más farragoso de las tres patas de la nueva norma de capitales. En él se incluye el conjunto de todos los riesgos de una entidad. 'Y si no se adecua a lo que considera idóneo el Banco de España, obligará a la entidad en cuestión a ampliar capital'. Los recursos propios necesarios para cubrir su exposición al mercado deben incluir, según el Pilar 2, la planificación del capital a medio plazo y establecer el objetivo de éste. Este proceso es conocido como Internal Capital Adequacy Assessment Process, que en España se ha rebautizado como proceso de autoevaluación del capital (PAC). La guía que creará el Banco de España sobre el Pilar 2, recogerá aspectos cuantitativos y cualitativos, tales como la calidad del gobierno interno, la gestión de los riesgos y el papel de la auditoría interna en el control de los mismos. La guía partirá, según ha explicado el subgobernador José Viñals, del principio de que el PAC 'es un proceso interno responsabilidad de las entidades, por lo que habrán de ser éstas quienes lo desarrollen'. En este libro de ruta se propondrán sistemas simplificados para facilitar a las entidades menos sofisticadas el cumplimiento del Pilar 2. Si se opta por esta vía será el Banco de España el que decidirá su capital en función de sus riesgos. La segunda alternativa es más compleja, ya que es la entidad la que decide evaluar sus necesidades de capital, aunque debe ser aprobado por el supervisor.

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