La fiebre del oro regresa como deporte de aventura
Si se paga por practicar rafting o descender cañones, por qué no se va a explotar turísticamente la búsqueda de oro en un río. El que en su día fue conocido como el Valle del Oro, en Asturias, vuelve a mirar al metal precioso como impulsor de una economía basada en la madera, la industria chacinera y la artesanía.
Años atrás, las bateas que servían para separar las pepitas doradas del barro eran habituales en los hogares de Navelgas, localidad del Concejo de Tineo que toma nombre del río que la parte en dos. Sus corrientes acogieron una de las explotaciones auríferas más fecundas de la península, ordeñada ya por celtas y romanos. Con la actividad caída en el olvido, los últimos bateadores hablan de una costumbre digna de revitalizar.
'La práctica del bateo es la alternativa al cierre de las explotaciones auríferas y un modo de restaurar un entorno natural que ha sido afectado por distintas crisis', dice Manolo Linares, vecino de Navelgas que presta tanta atención al desarrollo del pueblo como a su profesión de pintor y escultor.
A 26 kilómetros de la turística Luarca, Navelgas cuenta con casonas en las que alojarse o gozar de la gastronomía local. En sus alrededores se pueden visitar los hórreos de Foyedo, el retablo de la iglesia de Calleras o el monasterio románico de Obona, pero es el oro del río el que diferencia esta comarca de otras zonas del norte.
Países como Finlandia o Canadá ya obtienen ingresos derivados de la cultura aurífera, mientras otros como Australia tienen gran tradición.
En Navelgas las últimas explotaciones mineras duermen desde los sesenta. El año pasado abrió sus puertas un pequeño museo del oro en el que se puede aprender a batear, pero se quiere ir más allá: 'Queremos acondicionar una mina para recrear el modo en que celtas y romanos extraían el oro, además nos gustaría crear una ruta que transcurra, a modo de parque temático, por distintas explotaciones', desvela Marcos da Rocha, concejal de Turismo de Tineo.
Sobre si hay, o no hay, tesoros en el río Navelgas, los del pueblo son tajantes. 'Cualquiera con paciencia puede tropezarse con una pepita', aseguran en el ayuntamiento. La última gran pepita que los bateadores arrebataron a sus aguas, en 2001, fue de 24 quilates y 27,2 gramos.
'Durante años hubo quien complementó el jornal vendiendo oro a los dentistas de Luarca', recuerda Linares. Hoy nadie depende de este fruto del río, pero su magnetismo hacia el turista que busca aventura, cultura y gastronomía puede convertirlo de nuevo en pulmón de la economía local.
Los mejores bateadores competirán en España
En un rincón como Navelgas, poblado por 300 vecinos, los acontecimientos a lo largo de una década se cuentan con los dedos de una mano. El último tuvo lugar en 2003, cuando recibió el premio de Pueblo Ejemplar de Asturias y la visita del Príncipe Felipe.El próximo se espera en julio de 2008, cuando Navelgas acogerá a los mejores buscadores de oro del mundo. Y es que este pueblo ha sido elegido sede del Mundial de bateadores.Los participantes recogerán pepitas entre 0,5 y 1 milímetro de diámetro en grandes recipientes llenos de agua y arena. Ganará el primero que las encuentre todas.Quizás para entonces los vecinos de Navelgas hayan conseguido que batear sea demandado por el turista como deporte de aventura.