Soluciones para educar las emociones al volante
Todo lo relacionado con el automóvil es emoción. La emoción de comprarlo, la emoción de estrenarlo, la emoción de hacer un viaje muy deseado... y la emoción de muy diferente signo de las víctimas de los accidentes y de sus familias. En medio, en muchos casos, las emociones de un conductor imprudente, caracterizadas por la inestabilidad y una baja percepción del riesgo.
Para que los coches sólo produzcan emociones positivas, varios expertos proponen, en el Día Europeo de la Seguridad Vial, reorientar la educación vial de niños y adultos, y la rehabilitación de los infractores, así como un cambio de mentalidad de la sociedad.
El 90% de los accidentes, que provocan más de 4.000 muertos al año en España, está provocado, al menos en parte, por el conductor; en el 20% están implicadas las condiciones de la vía y en el 15%, las del vehículo. El sociólogo Ángel Gordo, del Grupo Cibersomosaguas de la Universidad Complutense de Madrid, considera que muchas veces se buscan 'soluciones técnicas a un problema que no es técnico'.
'A menos accidentes, más gente querrá comprar un vehículo', afirma un ex director de la DGT
Su grupo está preparando una investigación sobre siniestralidad vial desde un punto de vista sociocultural. 'Hay unos rituales, una cultura de la automovilidad, en la que el coche y la moto tienen unos valores añadidos a los puramente tecnológicos, que tienen que ver con que a la gente le guste tanto acelerar', explica Gordo.
También tienen que ver ciertos problemas de personalidad, según Roberto Durán, vocal de Tráfico del Colegio de Psicólogos. El perfil típico del infractor reincidente incluye 'problemas de relación y baja tolerancia a la frustración', además de 'problemas psicofísicos o adicción a alguna sustancia'. Durán considera que los cursos de recuperación del carné por puntos deberían incidir más en el apartado psicológico, en enseñar a los infractores a asumir su responsabilidad. En eso está de acuerdo Miguel María Muñoz, ex director general de Tráfico y presidente del Instituto de Seguridad Vial de la Fundación Mapfre. 'Es poco probable que alguien que vaya a 190 kilómetros por hora desconozca que está prohibido'.
En dichos cursos participa también la asociación de víctimas Aesleme. Su tesorero, Daniel González, explica que no intentan 'meter miedo' a los conductores, y sí 'hacerles conscientes de las posibles consecuencias de sus actos, así como de la suerte que han tenido quienes no las hayan sufrido'.
Pero mejor que la rehabilitación es la prevención, empezando por el principio. 'La educación vial en las escuelas incide demasiado en la norma y poco en el cambio de actitudes', señala Durán. 'También hay que implicar a los padres, porque si en casa el modelo de conducta es poco seguro, los cursos no sirven de nada'. Los valores de prudencia y civismo deberían potenciarse, en su opinión, también en las clases de conducir y en los exámenes, tests psicofísicos incluidos. El resto corresponde a las campañas de publicidad de la Dirección General de Tráfico. 'Las más eficaces son las que inciden en las consecuencias, no en las causas', asegura Muñoz.
En este cambio hace falta el compromiso de las autoridades al más alto nivel, reclama el ex director de la DGT. 'Aunque hay una comisión en el Congreso que está haciendo un gran trabajo, en los Debates sobre el Estado de la Nación rara vez se menciona el asunto'. Y también es importante la colaboración de las empresas, en forma de proyectos como Attitudes, la filial de Audi especializada en seguridad vial, que organiza cursos teóricos y prácticos -con karts- para niños, y seminarios con los sectores implicados.
'Los fabricantes deben darse cuenta de que cuantos menos accidentes haya más gente habrá dispuesta a comprar un vehículo', asegura Muñoz. 'Sobre todo motocicletas, porque muchos padres no las compran por miedo'. En eso, recuerda, estaba de acuerdo âscar Ozaeta, cuando era presidente de BMW Ibérica.
Todas estas medidas, insisten los expertos, deben ir acompañadas de una mayor presencia de agentes de tráfico, de una señalización de velocidad más adecuada, de la mejora del estado de las carreteras y de una aplicación rigurosa de la ley. Y por parte de los fabricantes, de mejoras constantes en la seguridad de los vehículos. Aunque al final cada volante esté en las manos de cada conductor.
El efecto de las imágenes
La publicidad de los coches lleva años bajo el escrutinio de la Dirección General de Tráfico, que impide que se muestren conductas peligrosas de conducción, y fabricantes como Audi procuran moderar las referencias a la velocidad y la potencia de los coches. 'El año pasado nuestra campaña era Diseñados para emocionar', recuerda Silvia Carrascosa, responsable de Attitudes, filial de Audi.El diseño de los anuncios es complejo y su influencia sutil, puesto que cuando se incide en los mecanismos de seguridad, el conductor se confía, explica el psicólogo Roberto Durán.José Luis Moro, de la agencia de publicidad Remo, está de acuerdo con que se controlen los anuncios, pero pide que se trate de la misma manera al cine y los informativos. 'He llegado a ver a una periodista montándose en moto sin casco', recuerda. Daniel González, de la asociación de víctimas Aesleme, cuenta que en casos como ése preguntan a la persona en cuestión si es consciente del ejemplo que está dando. 'Siempre nos responden que no'.