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Llamarte 'fofil' no asegura el éxito

El término fofil forma parte de la jerga común de los inversores más avezados. Lo empleamos para hacer referencia a las IIC (instituciones de inversión colectiva) de IIC de inversión libre, o lo que es lo mismo, fondos de hedge funds.

El mercado español está a punto de abrirse al mundo de la inversión libre, alejado hasta ahora del inversor particular y más vinculado a grandes fortunas, con complejas fórmulas de inversión sólo para algunos agentes, o de vehículos fiscales poco eficientes. Ya tenemos el desarrollo normativo y a varios jugadores del mercado de la gestión de activos preparados para abordar este nuevo nicho de negocio, que promete ser un campo de elevada competencia para la captación de ahorro por parte de las entidades.

Sin embargo, asalta una duda: un sesgo de garantía notable, que pretende proteger al inversor, hace de los fondos de fondos hedge un producto descafeinado, con un rango de rentabilidades mucho más acotado y predecible.

Quizá en la comercialización masiva de este tipo de producto, al menos de salida, las gestoras de fondos pongan encima de la mesa la necesidad de no arriesgar. Se hablará de productos multiestrategia bien equilibrados, que para cada estrategia seleccionen lo mejor del mundo hedge. Probablemente si acuden a un canal de distribución que puede mover flujos significativos, habrá algunas perlas que se queden fuera de su ámbito de inversión.

¿Y esto qué significa? Previsiblemente, una parte de los nuevos productos fofil ofrecerán una combinación riesgo-retorno que se parezca a la del mundo de los fondos de inversión tradicionales.

Hay que recordar que la mayoría de estrategias de los hedge funds parecen haber perdido parte de su capacidad para descorrelacionar y beben en las mismas fuentes de alfa que los gestores del mundo tradicional.

Llamarte fofil no asegura el éxito. Asesorarse y comparar, seguirá siendo un ejercicio necesario.

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