Turismo de Semana Santa dentro y fuera de España
Desde que Santa Helena descubriera, en el siglo IV, los lugares santos de la Pasión, ha sido meta de peregrinos; ya en aquel ocaso del Bajo Imperio se organizó un flujo tan alborotado que escandalizó a algunos Santos Padres (como San Jerónimo, que entonces traducía la Biblia al latín, la Vulgata). Una de aquellas peregrinas fue la noble hispana Egeria, que dejó noticia de su viaje en unas cartas descubiertas en 1884. Luego el flujo se interrumpió, por la conquista sarracena, a lo que siguió, en la Edad Media, el intento de liberar aquel territorio mediante las Cruzadas. Con más o menos dificultades, los peregrinos no han dejado de acudir a Tierra Santa.
El turismo religioso supone, para el estado de Israel, el 70% de los ingresos por turismo. Y el turismo en general es el que aporta la tercera parte de la renta nacional, en un país de 7'5 millones de personas (75% judíos, 22% árabes y 3% cristianos), que tiene que dedicar la mitad de su presupuesto íntegramente a defensa. Aunque prácticamente en cada rincón de Tierra Santa (que incluye Israel y los territorios palestinos) se puede encontrar una referencia bíblica, hay algunos puntos especialmente codiciados y acondicionados para los peregrinos:
¦bull; Belén y Nazaret. Belén queda en territorio palestino y la situación política ha arruinado el negocio turístico; muchos fieles hacen una rápida (y dificultosa) excursión desde Jerusalén: Nazaret es otra cosa, hay negocios, alegría. La enorme iglesia de la Anunciación, construida a principios de los años setenta con una estética más que discutible, se levanta sobre otras dos iglesias previas, de los siglos XII y IV, que forman una especie de cripta sacrosanta.
¦bull; El Jordán. El supuesto lugar del bautismo de Cristo es un continuo espectáculo: grupos de fieles se sumergen, con túnicas blancas y cánticos en los más dispares idiomas, para renovar su bautismo (pueden comprar un certificado). También pueden comprar botellitas con agua del río para bautizar a parientes en sus países de origen. El lugar está muy preparado, con duchas y vestuarios, merendero, supermercado religioso, etc.
¦bull; Mar de Tiberiades. O mar de Galilea, el lago natural que abastece a Israel el 50% de su agua potable, y sobre cuyas olas anduvo Cristo. En Tabqha, una pequeña capilla recuerda el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. No queda lejos el Monte de las Bienaventuranzas (también con su iglesia). En la ciudad de Tiberias, algo que debiera interesar a los españoles: la tumba del gran Maimónides, el filósofo medieval, cordobés, judío, que murió aquí y se halla rodeado por doce columnas, que simbolizan sus doce libros principales.
¦bull; Cafarnaún y Cesarea. En Cafarnaún comenzó Cristo su vida pública. Era una ciudad importante en la época, como demuestra la magnífica sinagoga helenística que es uno de los monumentos mejor conservados de Israel. Pegada a la sinagoga está la casa de Simón Pedro, sobre cuyos cimientos (que se ven a través de un cristal) se eleva una de esas iglesias de devoción pretendidamente vanguardistas. En la cercana Cesarea pueden verse otros vestigios notables, como el puerto de Herodes, el teatro y acueducto romanos o la ciudadela de los Cruzados.
¦bull; Jerusalén. El lugar sagrado por excelencia, donde los recuerdos (y sus respectivos oratorios) se multiplican. El más venerado, sin duda, el templo del Santo Sepulcro, al final de la Vía Dolorosa (que atraviesa el zoco); allí terminan las últimas cinco estaciones del vía crucis, allí está el Gólgota o Calvario y, abajo, a unos pasos, el templete del Santo Sepulcro, todo en un mismo conjunto abigarrado de imposible arqueología. En el Monte Sión, el Cenáculo (donde la última Cena y también Pentecostés) se eleva sobre la tumba del rey David. Y en el Monte de los Olivos, al otro lado del torrente Cedrón, la iglesia del sepulcro de la Virgen, la iglesia del Prendimiento y más arriba, la de la Asunción de Cristo a los cielos.