Volatilidad fiscal en las pensiones
Estamos acostumbrados a leer y oír acerca de la volatilidad de los mercados. Es un término interiorizado tanto por los profesionales como por los ahorradores o inversores, y que se asocia a movimientos derivados de factores económicos y sociopolíticos diversos. La inflación, el desempleo, el precio del petróleo, la situación del sector inmobiliario o la coyuntura política en determinado lugar del mundo son agentes que generan volatilidad.
Pero de alguna manera, el efecto es cada vez menor en las carteras de los inversores tanto institucionales como particulares. Los sistemas de control de riesgos, la diversificación en la asignación de activos o la fluidez de la información permiten que gestionemos nuestras carteras o nuestros ahorros reduciendo el impacto sobre ellas de esa volatilidad de los mercados.
Pero qué ocurre con la volatilidad fiscal. Contra ella no existe sistema de control que nos ampare. Y cada vez es más volátil. Sólo en lo concerniente a planes de pensiones nos hemos visto afectados por cinco leyes distintas de IRPF desde que comenzaron a andar, y no todas con efectos positivos. Si desde el año 1988 se han dado esos cinco cambios, calcule usted cuántos más puede haber de aquí a su jubilación.
Haciendo un ejercicio de fiscalidad-ficción, sería legítimo preguntarse cómo podremos percibir la prestación, a qué fiscalidad estará sometida o qué puede ocurrir con las aportaciones realizadas en diferentes años. Realmente son muchas las incógnitas que se presentan habida cuenta de la proliferación de cambios normativos. Lo que realmente necesitamos es una definición clara de lo que se espera de los sistemas de previsión social complementarios al sistema público, para que en base a ello podamos construir nuestro complemento a la pensión pública que más se ajuste a nuestras necesidades futuras.
Y si no, ya sabe, a la hora de planificar su jubilación tenga en cuenta el número de reformas fiscales que sufrirá por el camino.
Luis Peña Káiser. Consejero delegado de Fonditel